martes, 30 de marzo de 2010

DECLARACIÓN DE AMOR

Yo no sé vosotr@s pero yo, que soy tímido de nacimiento, he sido parco en palabras y torpe para algunas declaraciones, como en las confesiones de amor. Cuando era un adolescente se me descubrían los colores cuando estaba cerca cualquier chica que me gustaba. Y entablar conversación suponía un suplicio sofocante con titubeos nada recomendables. Pretendía desaparecer y deseaba quedarme al mismo tiempo, cosas tan opuestas que me confundían a mí y al más pintado.

Recuerdo que un viejo amigo, sabio como él solo, me comentó una vez que si un día tenía que declarar mi amor a alguien no fingiera. "No es bueno si disimulas debilidades y magnificas las virtudes. Sé tú y sé natural, como si abrieras una sincera y respirable ventana".

Llegado el momento hice mi declaración de amor con todas mis desvergüenzas, pero confiado. Era yo con todo lo que soy y, echando cuentas llevamos juntos treinta y siete años, que no es ninguna frivolidad. Durante este periplo hemos vivido de todo, pero ahí estamos. Riendo, compartiendo, sufriendo, viviendo...

Tengo que decir que, llegado ahora mismo, si ella me dejara por cansancio de amor o yo concluyera este ciclo vital no sé si sabría reinventar una conquista amorosa, si sería capaz de despertar alguna ternura más allá de la compasión.

La experiencia vivida no garantiza que haya desterrado la vieja timidez, ni que no vuelva a asomar
el sonrojo de una emoción nueva. Ya perdí esa costumbre de soliviantar ese corazón perdido y de nadie. Aunque al fin y al cabo todavía conservo la ilusión, y la esperanza, de seguir caminando juntos por los ingratos caminos.

Pero si te toca a tí abre las ventanas de para en par, dile quien eres y todo lo que estás dispuesto a amar. Díselo con el corazón y con los ojos. Díselo sin parpadear. Díselo. aunque tiembles.

Música sugerida: WOMAN. John Lennon

lunes, 29 de marzo de 2010

LA FELICIDAD

Nos movemos siempre por los estados de ánimo en que nos encontremos. Cada acción, por más que sea involuntaria, está sujeta a nuestro estado personal. Si no fuera así no seríamos humanos, y las máquinas también se inventaron para realizar nuestro trabajo sin desgaste, cansancio, alegría o sufrimiento.

Tenemos derecho a estar tristes y la obligación de estar contentos. Pero si estamos más contentos que tristes contagiamos más a los tristes de nuestro saludable optimismo; en cambio si estamos más tristes que contentos difícilmente encontraremos a alguien que nos aliente.

Pienso que la felicidad no es más que una idea virtual. Existe cuando nos encontramos bien pero es tan frágil y efímera que se nos escapa y tenemos que remontar, de nuevo, para buscarla y atraparla.

Es un estado de ánimo, con encefalograma plano, que nos satisface en estabilidad cuando no se derrumba ni se tuerce. Decimos entonces "que me dejen como estoy". Alguna vez cambiará la suerte y será inevitable, pero mientras tanto deseamos que dure y dure.

Pero es mejor estar así que maldecir la mala suerte y vernos asolados por la desgracia. De modo que si estáis tristes por cualquier cosa cambiar pronto el chip. No os atormentéis por ordinarieces que no desembocan en el desastre. Ya llegará el tiempo de lamentarse cuando lo irreversible haga acto de presencia.

Mientras tanto procura mantenerte estable, agarrando esa felicidad que nos roza sin irse pero sin quedarse y conviviendo con ella lo más que podáis. Y no decirle, cuando se suelte, un adiós destemplado y resignado. Decirle un "hasta luego". Seguro que volverá, aún disfrazada de otra cosa.

Aprendamos esta simple lección. Vive y deja vivir. Anda en paz, no escales castillos de naipes y no sufras por cuestiones intrascendentes e innecesarias. La vida es tan sorprendente que, con bocados amargos y tragos que provocan acidez, abre de vez en cuando bocanadas de sosiego y destellos de felicidad. Así que, al loro.

jueves, 25 de marzo de 2010

EL GUATEQUE

Hace una eternidad de años, cuando era jovencito, era muy frecuente el convocar, sin existencias de móviles ni correos electrónicos, un guateque. Much@s de vosotros, que ahora tenéis esa ventaja que dan los años, os acordaréis como si fuera ayer mismo.

No eran usuales las discotecas, por lo menos en pueblos como el mío. Las disponibles no estaban como muy al alcance, en cuanto al bolsillo, de adolescentes barbilampiños y de las chicas que estrenaban minifalda.

Así que para reunirse y pasárselo bien el mejor método era el boca a boca. Funcionaba por imperiosa necesidad. Alguien ofrecía su casa cuando era segura la ausencia de los padres, o simplemente entre unos cuantos se alquilaba un pequeño y barato local.

Se compraban bebidas y refrescos muy lejos del botellón garrafero de los tiempos de hoy. Se acondicionaban luces con encanto, preferentemente tenues. Se decoraba el espacio para inventar la magia. Se instalaba el tocadiscos y sus pequeños amplificadores. Luego se llevaban los discos, siempre de vinilo, que representaban el mejor tesoro para el acercamiento. Música de ambiente en los preámbulos para dar paso a la conversación, al contacto de las miradas, al desafío de la conquista.

Pasado un tiempo prudencial llegaba el tiempo de la única verdad. Acercarse a la chica o al chico preferido, aquel o aquella que nos estrujaba las entrañas en la soledad. Y pasados los instantes necesarios entraban en escena las dudas, las torpezas, los atrevimientos o las firmes decisiones.

De manera que alguien recibiría las primeras calabazas, otr@s realizarían su primera declaración de amor y los más afortunad@s estamparían , para el recuerdo infinito, el primer beso.

Y las músicas que en aquellos espacios relajantes y oscuros sonaban eran, deseablemente, lentas, muy lentas, y largas, muy largas, para abrazar a la persona que queríamos seducir de la manera más próxima y prolongada. Para bailar con candidez y candorosamente esos compases tiernos y eternos que nos subían al cielo. Músicas, por ejemplo, como la que ahora recupero y suena.

miércoles, 24 de marzo de 2010

LOS CELOS

Como ya comenté en días anteriores, cuando reflexioné sobre la envidia, hoy hago lo mismo respecto a los celos. Si la envidia rezuma el deseo o la envidia sana la admiración, los celos representan un sentimiento que se encuentra, siempre, al borde de un callejón peligroso y de difícil salida. Porque la cuestión no es que se sospeche de la persona que queremos tener siempre al lado, temiendo su alejamiento, el problema va más allá y radica en el ámbito de la posesión y al principio del concepto de pertenencia.

Porque nadie pertenece a nadie y, si se decide compartir, convivir o probar, si se inicia una relación personal y en pareja es siempre voluntariamente. Reivindico y reitero que nadie debería ser ni propiedad ni escritura de alguien, como quien escritura una solar, un inmueble o un yate.

Y pienso que si el compromiso es voluntario, unilateralmente puede quebrarse el acuerdo y la historia del asunto, sin que el afectad@ pueda exigir reclamaciones respecto a la parte afectiva. Otra cosa sería el aspecto económico si es que hay patrimonio o hijos de por medio.

Dicho esto el celos@ sufre y hace padecer tan innecesariamente que debería replantearse la historia desde el principio. Porque si la envidia obedece al deseo, el celo se rebela contra la amenaza de una pérdida, fundamentealmente afectiva o amorosa. Y los celos brotan no cuando se produce un lento alejamiento, sino cuando se rompe la ilusión.

Es necesario amar sin condiciones. Las letras pequeñas sólo sirven y se inventaron para los contratos, nunca para los sentimientos.

Música sugerida: NO POR AMOR. Clara Montes

domingo, 21 de marzo de 2010

PRIMAVERA

Por aquí ya ha comenzado la primavera. Se estrena lluviosa, como casi todo el invierno que nos dejó con sus fríos, sus nieves y sus vientos. Ha llegado la primavera y nos saluda húmeda, verdosa y cambiante.

Dicen de ella, de la primavera, que "la sangre altera", que nos produce brotes emocionales y que seduce tanto como las lunas blancas y llenas, que nos solivianta el corazón y los sentimientos se fragilizan. Ignoro racionalmente por qué, pero siempre me gustó la primavera; será por su luz sin el calor agobiante y veraniego, quizás por el despertar de los campos, tal vez por el cíclico milagro de las flores que asoman, de nuevo y otra vez, en nuestros pequeños universos.

Las personas pendemos también de su influjo, porque también tenemos primaveras. Desperezamos y sacudimos los fríos del alma y abrazamos nuevas esperanzas. Sentimos renacer, como la misma Naturaleza, brotes de ilusión y es tiempo de reinventar las raíces, aquéllas que dábamos por perdidas, que las creímos marchitas y enteramente muertas.
Vive tu primavera como otro despertar en tu vida. Colorea tu corazón, diseña siluetas inocentes y germina ternuras. Cuídate de las alergias si es que respiras profundo y regala, como los pólenes, buenos deseos disfrazados de siembras. Porque, dicen también, quien siembra siempre recoge.

Yo, atizado de escarmientos pero vigoroso renacido, te deseo que tengas una buena primavera. Recibe pues, en suaves volandas florecidas, el más sincero de mis abrazos.

Música sugerida: VILAREJO. Marisa Monte

viernes, 19 de marzo de 2010

DÍA DEL PADRE

En mi región geográfica hoy es un día festivo, se celebra la festividad de San José. Pero más allá de celebraciones, festividades y santorales hoy es, en todo el mundo, el día del padre. No me gustan estos días del padre, ni de la madre, ni de los enamorados. Porque padres, madres y enamorados los hay todos los días del año pero la publicidad para el consumo, el regalo o el obsequio nos invade para un solo día, resultando un gran negocio para las grandes superficies.

Pero aprovecho, claro que sí, el día de hoy para felicitar a todos los padres. Los hay que empiezan, los hay que vuelven, los hay que no van ni vienen a ningún sitio. Hay padres mayores que notan el calor de los suyos y padres relegados al olvido y a la soledad. Lamentablemente cuando dejan de ser productivos, necesarios y los pellejos del cuerpo gastado no dan para más parecen más un trasto viejo arrinconado en los silencios.

Si perdiste a tu padre recuérdalo con el mejor cariño que puedas. Si aún lo tienes disfrútalo todavía, que los días pasan sin pausa. Abrázalo, bésalo, quiérelo. El regalo siempre es superficial y caduco. El cariño, si se quiere, es largo, todo lo largo que alcance una vida.

Felicidades a todos los padres. Pero el camino sigue, para los que vienen detrás y los que se alejan de cansancio. Felicidades. Y seguir regalando ternura.

miércoles, 17 de marzo de 2010

A VECES

Hoy recupero, quizás señalado por la nostalgia, unas frases que pertenecen a una persona muy entrañable y cercana y que se encuentra, ahora, al otro lado del charco atlántico:

"A veces el fin de las pestañas es más que eso, es un precipicio que no lleva a ninguna parte, el vuelta a empezar de un sueño que no acaba.
El parpadeo se vuelve inútil, pues ya nada queda que mirar, nada que no haya sido esclavo de mis ojos, nada que no haya mentido vestido de bellezas, detrás de las que no latía corazón alguno; y si todo es mentira, ¿Para qué sirven los ojos?
A veces el presente es un invento, una mentira, un tiempo muerto. Entonces recuerdo que es bueno revisar los bolsillos, son un buen escondite para las cosas importantes. Por ejemplo: tu sombra, mis ganas, un beso. Hoy rebusqué en esos grandes del vaquero oscuro. Y encontré tu voz. (La guardo en un puño).
A veces tienes el mundo en tus manos y continúas mirando a otra parte, buscándolo en otras".

Y ahora recupero también, como siguiendo una hiladura invisible e imposible, un poema de un poeta argentino:

"Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
no hay que buscar lo que es.

Buscar al pájaro para encontrar la rosa,
buscar el amor para hallar el exilio,
buscar la nada para descubrir un hombre,
ir hacia atrás para ir hacia delante.

La clave del camino,
más que en sus bifurcaciones,
su sospechoso comienzo
o su dudoso final,
está en el cáustico humor
de un doble sentido.

Siempre se llega,
pero a otra parte.

Todo pasa,
pero a la inversa."

Roberto Juarroz (1925-1995)

domingo, 14 de marzo de 2010

LA ENVIDIA

Algunos de los sentimientos más frecuentes son muy perniciosos, pero están tan a la orden del día que los asumimos como emociones naturales, y por lo tanto, normales. Me refiero a los celos. Pero de los celos comentaré otro día. La antesala de los celos es la envidia, que no deja de ser una característica del celo pero con matices. Y a la envidia, para suavizarla de su toque negativo se le inventa otra variante: la envidia sana.

Ninguna envidia es sana porque se anhela lo que no tenemos y tienen los otros. Puede ser la belleza, la fortaleza, el dinero, una vida más cómoda o con mayor riqueza afectiva. La única clase de envidia que justifico es la de la salud, cuando alguien la ha perdido, o esa juventud, "divino tesoro", o algún "tiempo pasado" como decía Manrique. Pero añorar lo ajeno nunca es el camino. Crea cierto desasosigo, complejo de inferioridad y, lo que es peor, el rencor con sus consecuencias.

Sería bueno que las personas reconocieran sus limitaciones para dar un paso, el primero, adelante. Es cuando asumimos nuestro tope, nuestra propia frontera física, económica y emocional cuando podemos alejarnos de la envidia, porque se puede estar completamente satisfecho y ser igualmente felices con lo que somos aquí y ahora. Seguro que habrá quienes tengan envidia también de nosotros.

No suspiremos por las vidas de los demás, recompongamos las nuestras, saquemos su fruto, endulcemos nuestra propia existencia y compartámosla. Si no llegamos a lo que ostentan los otros compartamos lo nuestro, porque es más grande la generosidad que las miserias escondidas bajo la ostentación. No deseemos pues nada más de lo que no tengamos. Si cae algo en el camino o nos llueve un regalo que se disfrute, pero el mejor regalo siempre eres tú para los demás. Con lo que tienes, con lo que eres, con lo que sientes.

No añores las cosas. Juega con lo que tienes y expándelo. Porque la envidia, cuando se hace crónica, también quita el sueño. Y es tan fantástico dormir con la conciencia tranquila y relajada y con los deberes del día hechos que no tiene precio.

Si sois tan buenas personas, porque los sois, que no os espante la intranquilidad, ni la envidia, ni el deseo. Se vive siempre mejor, y con mejor calidad de vida, cuando alejamos de nosotros un fantasma que nos persigue: la ansiedad.

viernes, 12 de marzo de 2010

VIAJE, COINCIDENCIA Y ENCUENTRO

Cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, coinciden en un compartimento de un vagón de tren, a altas horas de la madrugada y con destinos procedentes de,...no importa demasiado. No se habían visto en la vida ni, por supuesto, se conocían de nada. Entablan esas conversaciones obligadas que invita la cortesía: que si el tiempo, el invierno, el calor de la calefacción, los cristales empañados, el helor, el cansancio, el sueño...

La conversación se anima y ya se habla de trabajo, de coincidencias en muchas cosas, otra vez del helor, del cansancio, del sueño...El casual encuentro va derivando en un ambiente más íntimo y distendido. Las horas sobre los raíles invitan a la confianza, a la desinhibición, a la desvergüenza. De todos modos nunca más volverán a verse.

Se cuentan los problemas, las frustraciones, los motivos del viaje, la ida y la vuelta. Y una de las mujeres y uno de los hombres se dan cuenta que, curiosamente, los motivos del viaje a destinos distintos son los mismos. Que lo que encontraron en el lugar hacia el que se dirigían les sucedió a los dos: desilusión, decepción, desesperanza...Y que, pudiendo haber cogido cualquier otro tren para el regreso y a otras horas lo hicieron el mismo día, a la misma hora y en el mismo coche. ¿Casualidad? ¿Destino?

Y se dieron cuenta asimismo que en los años en que nadie les había entendido, ni siquiera escuchado ni tampoco amado, seis horas de viaje dieron para mucho. Bastaron unas horas de trayecto nocturno para conectar un "algo" que nadie antes unió. Se entendían ya casi silenciosamente, sin mediar más palabras de las necesarias, se comprendían, se consolaban, se calmaban las penas y surgía misteriosamente un "algo" distinto, nuevo, extraño y alentador para los dos.

"No bajes aquí. Sigue hasta el final. Te lo ruego. No bajes aquí".

Descendieron sólo dos horas después sobre el andén de una terminal. Y descendieron del tren, entre el vaho y el helor, cogidos de la mano.

Texto de LOS SECRETOS DE LA NOCHE
Autor: Juan José Torres

miércoles, 10 de marzo de 2010

ABRAZOS SALVADORES

El viaje de la vida se parece, en muchas ocasiones, al viaje en coche. Hay quien conduce muy rápido por la carretera y por las sendas de la vida, como quien tiene prisa. Aceleran en el cemento y exprimen su existencia devorando los kilómetros y los días sin saborear los paisajes y sin parar a reposar.

Piensan que la vida es como un coche, como un juguete que controlamos y dominamos, que nos aporta libertad pero que, si nos despistamos, puede convertirse en un mecano mortal. La conducción requiere responsabilidad, concentración y extrema seguridad; el vivir diario necesita también de responsabilidad, concentración y proveernos de seguridad.

En la vida cometemos errores por inconscientes, y los volantazos nos sacan del camino enfrentándonos a los peligros misteriosos que siempren esperan amagados. No llevemos prisa alguna entonces y convirtamos los abrazos rotos en abrazos salvadores. Los nuestros nos quieren vivos en el coche y esperan siempre el regreso. Los nuestros, en los asuntos cotidianos de la vida, están también siempre expectantes observando nuestros movimientos y nos tienden los brazos cuando asoma el abismo.

Vive en paz, despacio, vigilante y honest@. Hay que devolver un peaje: el ser agradecidos con los que nos quieren.

Para este comentario no voy a sugerir un enlace musical, sino un anuncio sin palabras que expresa muchas cosas. Que os guste y que os sirva. Recibir un abrazo y un beso de mi parte.

Pinchar o "apedrear", como dicen en Argentina: Anuncio

lunes, 8 de marzo de 2010

MI HOMENAJE A LAS MUJERES

Siempre han sido, desde el comienzo de los tiempos, esclavas de muchas cosas. Esclavas de sus hijos, dependientes de sus hombres, menospreciadas en sus trabajos y olvidadas e invisibles para todos los gobiernos. Han protagonizado una lucha no ejemplar, heroica. Luchando contra su propio destino, reivindicando el derecho a ser persona, superviviendo ante la sinrazón. El camino ha sido largo y épico, dejando tras de sí desconsuelos, enfermedades y soledades en un mundo loco y fabricado por y para hombres.

Desde tiempos remotos la mujer ha reclamado su propio papel en el mundo que le toca vivir. La rememorada Hypatia de Alejandría, por el film de Almenábar, luchó en solitario contra el mundo. Otros colectivos más recientes, como las mujeres de Boston, contra los abusos y acosos de un fértil y acomodado empresariado industrial, y en miles de rincones de distintos países la mujer ha salido de su espacio oculto para reivincidar su existencia, para demostrar que no sólo pare y educa hijos sino que, además, puede competir en igualdad de condiciones con el hombre en el mercado laboral, superándole en numerosas ocasiones.

Hoy se conmemoran cien años de la proclamación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Costó mucho ese reconocimeito y fue largo el camino. El año 1918 pudo votar la mujer en Inglaterra, y así lo hizo en EEUU a partir de 1925. En España el año 1924 podían votar las mujeres solteras de más de veintitrés años y también las viudas. No tenían derecho al voto las mujeres casadas al considerar el poder que éstas no podían disentir de la ideología del esposo, que votaba por los dos. Sería, con la Segunda República, cuando se alcanzó ese sagrado derecho.

Hoy la mujer vota, educa a hijos, cuida a mayores, es amante del marido, estudia, trabaja y cada vez es más independiente en un mundo de sordos que oyen y ciegos que ven. Sin embargo queda un largo trecho para su definitiva heroicidad, pues todavía se sigue celebrando, un veinticinco de noviembre, el Día contra la Violencia de Género. Y para esa emancipación total es necesaria que ninguna mano, ni pública ni privada, ni de marido o amante, ni de ex ni de post ni de nada, se alce ni golpee a mujer alguna.

Y que cada hombre se convierta en un Neira o cualquier valiente anónimo para cantarle las cuarenta al desgraciado varón, para intimidarle y hasta denunciarle. Sólo así podremos vivir en paz, las unas con los otros, bajo el amparo de la Ley y el paraguas del respeto. Y hasta que llegue ese final feliz, contar con mi apoyo, mi solidaridad y mi lucha.

Música sugerida: CAPERUCITA. Ismael Serrano





viernes, 5 de marzo de 2010

VIENTOS, PALABRAS Y NOTARIOS

El viento, cuando sopla con insistencia, se lleva siempre lo más frágil y erosiona incluso lo más resistente. La memoria debe ser poco consistente y demasiado endeble porque, dicen, el viento se lleva también las palabras. Barre Palabras de Honor y los llamados Pactos de Caballeros o los acuerdos sagrados.

Como el viento sopla y resopla, las memorias se desvanecen y las palabras vuelan con él y por eso se inventaron los notarios, para dar fe documental de un acuerdo, de un compromiso. Pero el viento, amig@s míos, es más viejo que las palabras, inventadas también por esta especie humana tan nuestra y que nos parece tan antigua. Inventamos las palabras para entendernos pero no cuaja el lenguaje porque se lo llevó el viento.

Tal vez acusemos al viento de nuestras propias vergüenzas. Porque cuánto de mentirosos llevamos dentro que señalamos al viento como culpable, engañamos hasta en días de plácida calma y buscamos intermediarios que nos cobran por una firma oficial, porque no llegamos a entendernos.

Cuanto echo de menos aquella Palabra de Honor, aquel compromiso verbal y sagrado, que "iba a misa", aquel Pacto de Caballeros o la sinceridad incombustible de una mujer.

Porque la mentira crea la desconfianza, la desconfianza origina la duda, la duda la sospecha y la sospecha reclama al notario. Luego el notario inventó a la policía y la policía al juez.

Ya casi no quedan esos amigos del alma. Son, dentro de la familia humana, una especie en extinción. Así que, si tenéis de amig@s no más de los cinco dedos de una mano, cuidarlos y mimarlos. No sea que un día sospechen también de nosotros y tengamos que mandar llamar al notario, a la policía y hasta al juez.

miércoles, 3 de marzo de 2010

REUNIONES INTERMINABLES

Por A o por B, por mis deberes profesionales y por mis actividades personales he departido, compartido y martirizado en miles de reuniones con mayor o menor foro y de distinta índole y trascendencia. Ya sean laborales, de comunidades de vecinos o de actividades diversas todas tienen un denominador común: se hacen insoportables. Y para llegar a un consenso, a ese punto de encuentro que aludía la semana pasada, cuesta una buena dosis de paciencia y también de desesperación.

Para empezar, no sé en otros lugares pero aquí en España se invoca una primera convocatoria y a la media hora una segunda convocatoria. Es decir, se oficializa y se le da casi poder institucional la tardanza, el incumplimiento de horario, dándose por supuesto que la gente suele llegar tarde. Esto supone una falta de respeto a los obedientes puntuales, que pierden la media hora más tonta y además sobre aviso.

Más tarde, una vez comenzada, nadie se aclara, la gente se va "por los cerros de Úbeda", da mil vueltas aleatorias y circulares y se desvían del tema o asuntos principales. Es necesario por lo tanto un moderador al igual que un secretario que levante el acta correspondiente. El moderador debe ceñirse al objeto de la convocatoria y no permitir, bajo ningún concepto, que nadie se salga del guión. Las anécdotas o explicaciones secundarias que queden, si han de quedar, en el cajón de la sobremesa; o sea, cuando finalice la reunión.

Y si el moderador es tan poco representante de la moderación y no respeta ni el turno de palabra ni el fiel tratamiento del debate deberá ser uno de los presentes quien reivindique la agilidad de los puntos a tratar avisando de que, si no es así, se levantará, se ausentará y se irá a casa, donde perderá menos tiempo.

Hay reuniones, la gran mayoría de ellas, que duran el triple de tiempo de lo que durarían en condiciones cívicas y normales. Presentación de puntos, argumento de los mismos, turno respetuoso de palabra, brevedad en la exposición y no salirse ni un ápice del tema. El acuerdo debe ser por mayoría, aun siendo simple, y si no se alcanza se pospone para otra ocasión. Sin más.

Porque el tiempo es oro y para no tener prisa que no se convoque una reunión, sino un almuerzo. Así que, cuando soy triste testigo de reuniones maratonianas que no tienen final y no llegan a ninguna parte, prefiero despedirme con una indignación respetuosa. Que dan ganas, a veces, de irse uno al campo.










lunes, 1 de marzo de 2010

VIENEN Y SE VAN

He despachado, y también trasnochado, muchos momentos en los inevitables puntos de encuentros y despedidas. He acompañado o ido a recibir a muchas personas que iban a alguna parte o venían de lugares lejanos. En estaciones de ferrocarril, en dársenas de autobuses, en terminales de aeropuertos y hasta en muelles portuarios. Mientras se consume el tiempo para el primer o último abrazo observo y miro. Y miles de personas han desfilado ante mis ojos con sus bultos, sus maletas, sus bártulos y sus mochilas.

Da igual quienes sean. Jóvenes y viejos, altos y bajos, obesos y delgados, atractivos y repelentes, de todas las culturas, razas, religiones y pensamientos. En verano y en invierno, en los días de infiernos calurosos o en los intimidados por el frío.

Y en cada ocasión que observo me pregunto respuestas imposibles. ¿De dónde vienen? ¿Adónde van? ¿Son felices? ¿Huyen de algo? ¿Tienen un pasado que esconder? ¿Viajan para reconciliarse con la sonrisa o para encontrar el llanto? ¿Llegan para quedarse? ¿Viajan para volver? ¿Por qué vienen solos? ¿Quiénes son los acompañantes? ¿Abrazarán sus brazos en esta noche eterna? ¿Se pudrirán en la soledad reclamando esperanza? ¿Quiénes son? ¿Qué me importa? Sí, pero, ¿quiénes son? Y ¿Adónde van? ¿Qué hacen unos y otros de aquí para allá?

Me pregunto sin saber y me interrogo intuyendo mi ignorante respuesta. Al fin y al cabo las vidas de cada cual son sólo las suyas y sus mundos son sagrados porque les pertenecen. Aunque unos sean libres de su esclavitud y otros sean esclavos de su libertad. Pero no dejo de preguntarme con mis discretos ojos cada vez que miro de un lado hacia otro.

Este lunes, desde muy temprano, despedimos en un aeropuerto a una de mis adorables hijas. Mi pequeña princesa voló para tierras argentinas y nos dijimos un adiós largo e intenso que dure, por lo menos, para seis meses.

Probablemente otro idiota como yo, contemplador empedernido, la observe cuando aparezca por aquella terminal con sus equipajes a cuestas. Posiblemente se pregunte ¿Quién es esta gallega? ¿Qué viene hacer? ¿Quién será su padre, si es que tiene?

Y yo pensaré que si alguien, en un sitio tan lejano, se hace esas mismas preguntas será que el mundo se mueve más rápido que nosotros, y los que observamos somos tan pequeños que, cuando cerramos los ojos al parpadear, ya han desfilado ante nosotros montones de personas viajeras, de caminantes errantes y anónimos.

Yo no sé si los destinos serán benévolos. Pero el mundo es muy grande para padres, como yo, tan limitadamente insignificantes. En cualquier caso, salud y suerte.