viernes, 29 de octubre de 2010

LO QUE LOS OJOS QUIEREN VER

Dicen que las cosas no son como parecen; más todavía, todo depende del color con que se miran. Porque la pasión nos confunde, la subjetividad nos atrapa y la ceguedad nos vela los ojos.

Si el equipo que más odiamos, dicho sea sin despecho, gana un partido es porque el rival es malo de remate; si pierde, el contrario es mejor y lo mereció.

Si el equipo que goza de nuestras simpatías, y lo consideramos como el nuestro, gana al que era malo de remate pero venció a nuestro eterno rival, es que jugamos colosal; pero si se pierde fue por mala suerte.

En el deporte, en la política, en el trabajo, en cualquier colectivo donde se crean simpatías y antipatías, encuentros y desencuentros, amistades y descalabros, ocurre siempre lo mismo. Elogiamos cosas o personas que nos caen bien y despreciamos a las que, a saber por qué, desdeñamos.

Habría que reflexionar afinadamente si nuestras pasiones, predilecciones o inclinaciones son propuestas firmes. Porque en demasiadas ocasiones las preferencias son cautivas. Hoy sí, mañana no.

Yo procuro ser esclavo de pocas cosas y de las que soy, no quiero tener la razón. Seguro que ni mis gustos son los mejores ni mis contrarios los peores.

Y lo que hoy es blanco mañana puede no serlo, o convertirse en gris, o hacerse negro. Los actores y actrices representarán melodramas, escenas cómicas al igual que trágicas. Y nosotros, que somos los actores de nuestra propia vida sin ser nunca profesionales porque sólo nos enseña el tiempo, seremos trágicos o cómicos no en función de lo que pase en el escenario, sino como veamos e interpretemos la escena.

Los espejos se inventaron para eso. Para vernos egocéntricamente, pero sobre todo para observar lo que hay detrás de nosotros, o enfrente, o al lado. Y esas presencias son casi más protagonistas. En cualquier caso, de qué nos sirve un reflejo donde nos contemplemos y nos sintamos solos, como los bellos retratos pero fingidos y tristes.

Música sugerida: GONE. Jim Chappel

miércoles, 27 de octubre de 2010

EN NOMBRE DE LA LIBERTAD

Se están destapando ahora, a través de la web Wiki Leaks, las atrocidades de las fuerzas de intervención de los países aliados en su estancia en Afganistán. Miles de civiles masacrados, torturados y ajusticiados sin discriminación ni juicio previo. Las tropas norteamericanas y las británicas se han lucido de lo lindo. Al fin y al cabo, ¿quién dijo que las armas son disuasorias para proteger la paz? Las armas se fabrican, siempre, para usarlas; y más se aplican cuanto más caras.

Países que se vanaglorian de ser pioneros de la libertad, que se les hace la boca agua cuando nombran la palabra democracia, que se ensañan con tiranías que no son como las suyas, que quieren establecer un nuevo orden mundial, que dicen defender a sociedades libres, ¿por qué legitiman la crueldad y el asesinato?

Al Qaeda, por otra parte, recluta últimamente a niños y discapacitados psíquicos para inmolarse y hacer estallar por los aires a quien se ponga por enmedio.

La verdad es que el mundo y sus gobiernos, democráticos o no, se empeñan cada día en demostrar sus locuras vengativas, sus paranoias mentales y sus instintos psicópatas.

En nada hemos avanzado. La vida sigue siendo en blanco y negro. Por más que los locos se empeñen, que para eso mandan, que todo es de color rosa.

Pero para mí que no hay camuflaje que les esconda. Tras los ojos de cordero y las palabras educadas se intuye la hipocresía y el cinismo ácido. Se delatan, tarde o temprano, solos.

Música sugerida: LA VIE EN ROSE. Edith Piaf

viernes, 22 de octubre de 2010

ANALFABETISMO SOCIAL

Estas dos palabras titulares son las que finalizaban un comentario de Iñaki Gabilondo, prestigioso periodista, en una de sus intervenciones televisivas. Su exposición trataba sobre el excesivo proteccionismo de los padres, hoy en día, hacia sus hijos. Resumía a fin de cuentas la reacción de un grupo de padres y madres, máximos tutores de la educación de sus hijos, en contra de una sentencia judicial que condenaba a los jóvenes vandálicos, los hijos, a un arresto domiciliario por un tiempo determinado.

Los padres, descontentos con la resolución, recurrieron la sentencia por excesiva. Pobres angelitos los chicos, castigados por un juez a no salir de casa. Y recriminan a la autoridad judicial que se ha pasado dos pueblos, que si no recuerda el magistrado que también fue joven, que los chavales se estaban divirtiendo.

El caso es que en vez de dar la razón a quien castiga, lo desacreditan, ponen en tela de juicio su autoridad y defienden, hasta las últimas consecuencias, a sus hijos por sus inocentes fechorías. Y yo recuerdo que en mis tiempos de crío, si el profesor nos regañaba, nos llamaba la atención o nos castigaba la sanción era doble, porque en casa nos ponían firmes, nos cantaban las cuarenta
y no quedaba otra que asumir las tonterías y las irresponsabilidades.

Si muchos padres no entienden que la libertad acaba cuando se altera el respeto, cuando se agrede el espacio, cuando se avasalla lo ajeno, no sabrán educar nunca a sus hijos.

Si son pequeños porque son chiquitos y hay que complacerles; si son chavales no hay que contradecirles; si son adolescentes hay que subirles la autoestima, prohibiendo la palabra NO.

Y lo que está muy claro es que si cuando son pequeños no se sabe decir No, si se les premia sin merecerlo y se les proteje ante conductas inapropiadas cuando sean mayores ya no hay remedio.
Y serán ellos los que, una vez sí y la otra también, dirán con voz desafiante y tono alto, a sus padres, que No, que se sienten libres, hacen lo que les da la gana y "a callar, viejos". Luego pedirán dinero y darán a sus padres un beso de agradecimiento.

Es verdad, Analfabetismo Social. Pero las estupideces las pagaremos todos. ¡Pobres chicos!

Música sugerida: SORO SCHENIRER

miércoles, 20 de octubre de 2010

UNA HORA PARA VIVIR

El próximo mes de noviembre El Corte Inglés celebra su segundo concurso, en Madrid, de "La Gran Carrera de Oro" donde dieciséis seleccionados clientes, elegidos por sorteo entre una multitud histérica, deberán demostrar agilidad, rapidez y cierta maestría para conseguir el premio. El año pasado y en su primera edición fueron aspirantes dos millones de personas que previamente debían consumir productos superiores a los 50 €.

Los dieciséis elegidos competirán en una carrera por los grandes almacenes para llenar su carro de compras afinando, lo más posible, la cantidad de 10.000 € y en el tiempo de una hora.

Está claro que cuanto más crisis más candidatos hay en todas partes para conseguir cualquier cosa. Pero echo de menos que una empresa de tal firma y calibre no ajuste los malos tiempos para bajar los precios, para que sus beneficios repercutan en sus empleados, para realizar ofertas sensatas a potenciales clientes que no pueden permitirse ningún lujo, para donar una cesta de primera necesidad a asociaciones que lo necesitan, para entregar un simple producto a un sin techo. Pero no, para acreditar su imperio se les ocurre una carrera para fomentar el atletismo, el cálculo y la competencia a la carrera.

Si los pasajeros de un avión supieran que van a caer al vacío, si cualquier persona quedara atrapada en un ascensor con humo, si viéramos el abismo de aquí a una hora, si fuéramos rehenes de los últimos sesenta minutos de nuestra vida...¿qué haríamos?

Seguramente ordenar nuestras cosas, despedirnos con el mejor y más triste abrazo y entregarnos al viaje del túnel misterioso.

10.000 € en una hora es una tentación tan inmensa como un desprecio insultante. Por lo tanto, no lleguen tarde, hagan colas, atropéllense, utilicen los codos para quitar la competencia de enmedio, amaguen con el torso, finten con la cadera, flexionen las rodillas, arramblen con las estanterías, saqueen los pasillos y llenen el carro no sea que se acabe el mundo mientras otro pillo les adelante.

Saldrá en la foto el ganador con la cesta repleta. 10.000 € en una sola hora. Trajes, vestidos, objetos de decoración, pequeños muebles, bufandas para la tos, comida, bebida, refrescos para saciar la sed, desodorante para aplacar el sofoco y spray para el esfuerzo.

Que los aspirantes lo disfruten, que el ganador se lo coma todo en una hora y que El Corte Inglés se retrate, en el espejo, con su firma de vergüenza.

lunes, 18 de octubre de 2010

DEPRISA

Sí, es verdad que vamos a toda pastilla, de aquí para allá, de allá para acá, desplazándonos como locos y consumiendo, con arritmias, bocanadas de aire. Falta tiempo para todo y le echamos la culpa a la falta de tiempo... dichoso tiempo.

Los niños, el colegio, la compra, la cocina, la colada, el trabajo, el teléfono, la agenda, la digestión, el descanso y el insomnio...

La peluquería, el gimnasio, el paseo obligatorio, la reunión, los pilates y el yoga. El correo, la cita, la factura, el banco, la hipoteca, el sorbo del café con leche, el friegue y el salir pitando...

El médico, el osteópata para la espalda, el psicólogo, el tutor, la multa impagada, el despertador, la ducha ultra-ligera, la gasolina, la noche encima, cuando sabemos que mañana será igual.

Se ponen de moda, desde hace años, métodos orientales para relajarnos de tanta prisa y tanta velocidad. Yoga, meditación, tai chi, terapias de grupo, masajes, acupuntura, charlas de autoayuda...

Mientras, la población oriental siendo más profunda y reflexiva, más desprovista de cosas y con menos apego de todo, viven en la pobreza. Que cualquiera diría que para tener una rica vida interior se tenga que ser necesariamente pobre, y que el que no es pobre tenga que ser esclavo del strees.

Caminamos muy deprisa, lo sé. Por eso insisto en que hay que hacer una cosa después de la otra, nunca todo a la vez. Porque quien abarca mucho acaba por no hacer nada.

Ahora que nos han sugerido trabajar más y cobrar menos es el momento de decir que vamos tan deprisa que nada nos luce, ni la prisa ni el descanso.

Quizás haya que trabajar menos para vivir más y mejor. Si no es así, lo demás es meternos en un carrusel sin parada final.

viernes, 15 de octubre de 2010

ROMANTICISMO

Dicen las crónicas que el romanticismo, iniciado a finales del siglo XVII, rompió moldes y esteriotipos. Ante el orden calculado e implantado por la Ilustración reivindicaba el yo más egocéntrico, la contemplación hedonista y la exaltación de los sentimientos, como reflejo de la belleza más pura.

En Europa tuvo distintas versiones, dependiendo de la idiosincrasia particular de cada nación. En España llegó, como casi todas las cosas, las buenas y las malas, un poco tarde. Se manifestaba esta corriente en la política, en el arte, en la literatura, en la poesía, en el teatro, incluso en la moda.

Hay quienes reconocen a Rousseau como el padre del romanticismo. En Alemania destacó Goethe, en Inglaterra Lord Byron; en mi país Larra, Espronceda, Bécquer, Zorrilla o Rosalía de Castro...

Reconozco que los influjos del romanticismo me calaron la adolescencia profundamente. Me sentía un pasional empedernido contemplando el goteo de la lluvia en las hojas de los árboles, ensimismado por un húmedo arcoiris, dolorido y sin consuelo en la antesala del celo, entregado sin reservas a una mirada seductora y muerto por un beso de amor.

Pero los años dejan las cosas en su sitio. Hoy los que se creen muy machos, -ignorantes, equivocados, confundidos- matan a sus mujeres por amor. Antes los románticos se cortaban las venas por el desencuentro, por el amor imposible, por el abandono amoroso...

Resulta precioso regalar un ramo de flores cualquier incierto día, sin que lo mande el señalado calendario. Es muy romántico dejar una nota en una mesilla de noche con tiernas palabras escritas. Es emocionante besar sin cumpleaños ni aniversarios. Es fantástico una humilde declaración de amor...

Pero si nos dan calabazas, aquí no pasó nada. Ni venas cortadas ni parejas asediadas. Porque si estamos dispuestos a regar diariamente una planta de temporada, ¿por qué dejamos secar lo que más amamos?

Luego, en situación difícilmente reversible, compraremos las flores, los pendientes apropiados, el regalo original, la canción romántica y desesperada y sufriremos el incómodo baile de San Vito.

Por eso ahora prefiero el romanticismo inteligente, y si es posible eterno.

lunes, 11 de octubre de 2010

EL OTOÑO Y EL DIVÁN

Ayer estuve, junto a personas muy queridas, repasando senderos por la montaña, andando, subiendo, parando, contemplando paisajes y descansando en el regazo de las rocas; y todo eso a media hora de casa. El otoño se pone bonito y el color ocre despuntará en dos semanas.

Luego comimos en un solitario restaurante y tras los ventanales el sol jugaba entre las nubes al gato y al ratón, asomaba y se escondía, despertaba y adormecía.

Hablamos de muchas cosas. Del propio otoño, de las primeras lluvias, de los 29 ejecutados este año en el estado de Texas tras expirar sus vidas en el corredor de la muerte, del atentado ecológico de Hungría, de los mineros chilenos que serán rescatados, de Barcelona, de Berlín, del pasado y del futuro.

Y mientras esa montaña verde y oscura entraba por la ventana, mientras sorbíamos el último gusto de café, recordé también que mañana, día doce, empecé justo hace un año este Diván del Desencanto que tanto miedo me daba y tanto respeto me impone.

Y en tanto las hojas inician su cíclica caída comienzo a pensar en tantas cosas pendientes, añoradas, deseadas, soñadas...

Después de la caminata, después del descanso, después de los besos, detrás del telón de las utopías, resoplo de nuevo.

Aún queda un largo viaje. Hay que seguir, pase lo que pase.


Música sugerida: HAJA O QUE HOUVER. Tereza Salgueiro

martes, 5 de octubre de 2010

SOL Y SOMBRA

Esta mañana y mientras regresaba a casa he presenciado una escena que, de tan sencilla y natural, me ha enternecido. Pocos metros delante de mí y por una calle estrecha caminaba un matrimonio, metidos en años los dos. Él portaba su imprescindible garrote, su gorra con visera y una bolsa con verduras recién compradas; ella un ramillete de flores a saber para quién, si para alguna nieta suya o para su viejo jarrón.

El caso es que, siendo de poca anchura la calle, el sol la partía en dos; de modo que la parte izquierda estaba bendecida por los rayos luminosos de octubre y el margen derecho protegido por la sombra.

La mujer anciana se escoraba hacia la umbría mientras el abuelo buscaba el calor. Y la esposa le dice a su marido:

-"Te vas a insolar y ya estamos en otoño. Ven para este lado que irás más fresco".

A lo que le responde el esposo:

-"Pa qué está el sol. Pa calentarse uno hasta que quede. Y de insolarme nada de nada. Pa eso tengo mi gorra. Ven pacá que luego te quejas del reuma".

En cualquier caso yo, a sus pasos y unos metros detrás, escuchaba emocionado y con disimulo la conversación. Luego cada cual eligió su ruta y él se quedó con el sol y ella con la sombra. Y aquí paz y allá gloria.

Los dos y a su manera tenían razón, y a ver qué guapo se las quita.

Pero me resultó tan cotidiano y al mismo tiempo tan hermoso que ha sido el pretexto justo para el blog de hoy.

Y ojalá y en nuestro futuro nuestras discusiones domésticas sean tan plácidas e inocentes como ésta.

Que vayan, por soles o sombras, los dos con Dios.

viernes, 1 de octubre de 2010

PERMÍTETE UNA OSADÍA

Enjaulados bajo las losas de los monólogos y las cosas cotidianas, soportando los síntomas de la vida, que nos azota para sentirnos despiertos y en ocasiones nos asusta para morir, a veces necesitamos respirar. Inflarnos de una bocanada de locura para romper protocolos y esteriotipos.

Por eso, si sigues por ahí, te diré una cosa por lo bajito:

Abraza fuerte y besa a la persona que más quieres. En la frente, en el cuello, en la boca. Donde te dejen, nunca donde quieras. Es lo más bonito y hermoso. Sentir un contacto, una mano, unos labios, unas palabras de conformidad y aliento. Sentir a quien más amas. Porque todo eso vale más que mil decretos ministeriales y fusiles cargados de fuego.

No pierdas ni un instante. Si no está contigo ve en su busca, o besas por teléfono, o bien queda para mañana.

Es verdad que un segundo de besos puede resultar una eternidad. Corre, ve a su encuentro, como si fuese la última vez.

Pero no des el último beso, ni el último abrazo, ni la última insinuación.

Da el mejor de los besos, el mejor de los abrazos y lo mejor de tí.

Texto de: Los Secretos de la Noche (1987)

Autor: Juan José Torres