jueves, 23 de febrero de 2012

CUMPLEAÑOS Y CUESTA ARRIBA

Sí, hace apenas unos días cumplí años y me alegré de que mis gentes, las personas que me aprecian se acordaran de mí. Pero me da miedo cómo pasa el tiempo. No me importa hacerme mayor, envejecer sin prisa, pero me asusta que acumular años va en proporción contraria a la estabilidad. Cuando era un niño me decían que tenía que llegar a ser un hombre de provecho, cuando tenía dieciocho estaba lleno de ilusiones, de esos sueños en que conviertes las utopías en proyectos alcanzables, cuando tenía los cuarenta seguía siendo un inconformista con la bandera de la esperanza y ahora, con muchos años más, escribo mis relatos con la estela del desencanto.

Las utopías se hacen cada vez más lejanas, los hermosos sueños se los comen los odiosos fantasmas y la rebeldía choca una y otra vez con las mismas intransigencias. Si echo una mirada atrás sigo siendo aquel niño pletórico de inquietudes, pero bastante más cansado. Más cuando a cada metro que se consiguió avanzar de sentido común nos hacen volver sobre nuestros pasos otros siete, y me da la sensación de que ya no caminamos, por más que aligeremos las piernas, sino que encontramos en el camino el mismo punto de inicio.

Yo no quería correr, sino andar deprisa. No quería atraparme en mis propios sueños pero sí que las nieblas de la vida se despejaran lentamente. Conforme continúo me cruzo con gentes que ya están de vuelta para reemprender la cuesta, otra vez, desde abajo. Ya no transcurrimos para saborear la vida, vivimos para satisfacer a quienes nos quieren ver como esclavos. Por eso a más años, más cuesta empezar de nuevo, con más indignidad para reivindicar la dignidad, con mayor rebeldía para gritar al conformismo, con más ironía para insultar a los emperadores del mundo, con más coraje para que la historia de los luchadores no quede en vano.

Sí, soy más viejo y me alegro por ello, pero más cascarrabias porque de nada nos sirve el progreso, ni la tecnología, ni los avances en tantas cosas si seguimos ahora igual que esclavos que nuestros antecesores. Pero lo que más me duele es la ceguera de quienes ignorándolo casi todo, justifican hasta la saciedad los pasos cambiados y asumen con indiferencia la manipulación calculada. Estoy cansado, sí, pero aún vivo. El camino que me queda es más corto y la cuesta que subir parece interminable. Pero como la vida es una escuela de aprendizaje procuraré dosificar las fuerzas y buscar los buenos atajos. Los zombis que sigan por el principal sendero, bien adiestrados en el silencio y convenientemente obedientes. Procuraré seguir, aunque me estorbe la mordaza.

Sí, hace apenas unos días cumplí años y sigo por el camino.

Música sugerida: SPIDER. White Snake

miércoles, 15 de febrero de 2012

SE FUE SAN VALENTÍN

Bueno, ahora que se ha marchado San Valentín de regreso, en Spanair, para invernar hasta el febrero que viene, volvemos a los estados cotidianos, a las cosas de siempre. Los regalos puntuales quedarán sin duda agradecidos, guardados, expuestos, comentados, lucidos. Fue el Día de los Enamorados y los besos de ayer invernarán también una buena temporada, pues los anuncios de los centros comerciales y televisivos se acostaron a eso de las diez de la noche.

Me gustan más los buenos días diarios como desayuno, me agradan más los encargos del día, me satisfacen más las discusiones veniales y domésticas porque sé que seguimos estando ahí, hasta la próxima temporada si ese Dios esperanzador existe y quiere, hasta el siguiente febrero. Prefiero los regalos de la acogedora compañía cuando me resultan casi eternos, mientras duran, por más que sean austeros en sus simplezas. Ese beso mañanero y ese otro del mediodía, ese comentario de qué vas a hacer o espérame a las siete. Esas monotonías que nos avisan de que aún estamos vivos, ese teléfono que suena a destiempo para robarte minutos de curiosas frivolidades.

San Valentín se fue pero las noticias de los telediarios son más tristes que en el invierno pasado, y los titulares de los diarios invitan a ojearlos más deprisa. Un poquito más añoso resistiendo vendavales, desencantos, distancias y fríos con la promesa de que Valentín, ese personaje de la era comercial, se asomará el año que viene por los escaparates y los luminosos anuncios para recordarnos que todavía seguimos en pie, firmes, tiernos, cansados y con los corazones henchidos de paciencia y esperanza.

Aunque para entonces yo habré dado un millón de besos, saludado las mañanas, bendecidas las noches y acostándome con el sueño de que vendrán mejores tiempos. La vida ya me sedujo y la acaricio todos los días, aunque a veces no nos entendamos.

Música sugerida: THE LONLY SHEPHERD. Gheorge Zamfir

martes, 7 de febrero de 2012

NADIE TE CONOCE

Cuando Marta nos dijo, poco antes de regresar de nuevo al lugar de su lucha cotidiana, que allí no la conocía nadie me quedé con la frase. Reflexionaba que cuando alguien se va lejos de su hogar añora los vínculos que crecieron con ella, pero las raíces se van perdiendo por los caminos. Llegar a un sitio nuevo no sólo es extraño, porque por muy cargado que viaje alguien de maletas el verdadero equipaje, los bártulos del alma, va vacío.


Es un volver a empezar, un esfuerzo cuya duda es saber si será recompensado, porque nadie sabe de tí, de lo que eres, de lo que has sido, de tu pasado, de tus amigos, de tu familia, de tu tierra. Un volver a reiniciar, con todos los sentidos en máxima alerta, la reivindicación de tu propia existencia.


"Soy fulanica de tal y estoy aquí. Nada más". Y simular que has vuelto a nacer para reencontrarte en tierra extraña. Pasear la dignidad de quien busca un espacio para volver a vivir y respirar otros mundos, como antes ya se hizo en universos más cortos. Reclamar el derecho a recuperar tu propia historia con otras lenguas, otros códigos, otras costumbres y seguir creciendo en los cimientos que caracterizan a las buenas personas: manos abiertas y miradas sinceras.


Pero acuérdate que antes que tú el mundo se llenó de viajeros, pululando de un lado a otro con mil motivos diferentes. Quienes huyeron del hambre se alejaron de una tierra desnutrida y forjaron sus propias aventuras y desventuras en las páginas de sus destinos. Quienes marchan para descubrir, aprender y trabajar están condicionados a un futuro incierto, pero es intransferible y suyo. Hoy el desasosiego está en todas partes, y pocos se libran de él. Así que, aunque camines por el fino alambre, con el vértigo que produce, no mires al vacío.


Transita con la cabeza alta y sin temblar. No te amedrentes en el paso. Tienes una historia, la tuya, que contar; intensa y hermosa.




Música sugerida: IN A BAR. Tango With Lions

miércoles, 1 de febrero de 2012

STEFI

No por esperar tu visita, tiempo atrás anunciada, dejaste de ser una sorpresa; tu presencia fue como esos regalos inesperados que te alegran el alma y te hacen suspirar, agradecido a la vida. Tus días aquí fueron un estallido de alegría y con esa extraña sensación de que el tiempo se detuvo, como un aliado, y la distancia se hizo chica, como si hubieras estado con nosotros desde siempre, desde toda la vida.




Después de saber que ya estás en Buenos Aires, en casa, caminando por las cuadras de tus calles, después de intuir que ya has bostezado el cansancio del regreso, quiero agradecerte nuestra amistad y dedicarte este texto desde el Diván del Desencanto.




Como si el Atlántico empequeñeciera y se convirtiera en un simple charco de agua, como si los nobles abrazos y las risas compartidas hubieran avisado al azar de que tenían que realizarse, disfrutarse, vivirlas y compartirlas.




Los milagros a veces existen y cuando se cumplen los viejos sueños aspira uno bocanadas de esperanza a esa vida agradecida y respira el feliz aliento que guarda como un tesoro.




Nunca sabremos cuando volveremos a cruzarnos las miradas y a regalarnos la risa, pero ya sabes que esta casa nunca quedará cerrada y los recuerdos siempre alimentan fuerzas para seguir por los senderos, por esos caminos a veces tan distantes, a veces tan cercanos, que cerrando los ojos se cruzan y si los abrimos se separan.




Gracias por tu presencia, que fue un regalo, y gracias al destino, que nos convocó a una cita para los hermosos encuentros. Seguramente habrá otra vez, una nueva ocasión para estrecharnos las manos y humedecernos las pupilas, embriagadas las emociones. Porque el mundo, estimada Stefi, se nos ha hecho pequeño, aunque cuando alzamos la vista apenas alcancemos mirar más allá de una leve colina.




Música sugerida: COLD SONG. Henry Purcell