miércoles, 15 de febrero de 2012

SE FUE SAN VALENTÍN

Bueno, ahora que se ha marchado San Valentín de regreso, en Spanair, para invernar hasta el febrero que viene, volvemos a los estados cotidianos, a las cosas de siempre. Los regalos puntuales quedarán sin duda agradecidos, guardados, expuestos, comentados, lucidos. Fue el Día de los Enamorados y los besos de ayer invernarán también una buena temporada, pues los anuncios de los centros comerciales y televisivos se acostaron a eso de las diez de la noche.

Me gustan más los buenos días diarios como desayuno, me agradan más los encargos del día, me satisfacen más las discusiones veniales y domésticas porque sé que seguimos estando ahí, hasta la próxima temporada si ese Dios esperanzador existe y quiere, hasta el siguiente febrero. Prefiero los regalos de la acogedora compañía cuando me resultan casi eternos, mientras duran, por más que sean austeros en sus simplezas. Ese beso mañanero y ese otro del mediodía, ese comentario de qué vas a hacer o espérame a las siete. Esas monotonías que nos avisan de que aún estamos vivos, ese teléfono que suena a destiempo para robarte minutos de curiosas frivolidades.

San Valentín se fue pero las noticias de los telediarios son más tristes que en el invierno pasado, y los titulares de los diarios invitan a ojearlos más deprisa. Un poquito más añoso resistiendo vendavales, desencantos, distancias y fríos con la promesa de que Valentín, ese personaje de la era comercial, se asomará el año que viene por los escaparates y los luminosos anuncios para recordarnos que todavía seguimos en pie, firmes, tiernos, cansados y con los corazones henchidos de paciencia y esperanza.

Aunque para entonces yo habré dado un millón de besos, saludado las mañanas, bendecidas las noches y acostándome con el sueño de que vendrán mejores tiempos. La vida ya me sedujo y la acaricio todos los días, aunque a veces no nos entendamos.

Música sugerida: THE LONLY SHEPHERD. Gheorge Zamfir

1 comentario:

  1. Juan José, genial al tiempo que deja sobre el corazón una pátina de dulzura cotidiana, de esa que renegamos pero tanto necesitamos. Gracias.
    La Rockola de Fernando.

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