sábado, 15 de octubre de 2011

ESCAPADAS DESESPERADAS

A veces se suele solicitar un beso, pensando que un beso es un remedio cuando no lo es. Un beso reclamado tan sólo es un alivio, un consuelo temporal. Si la armonía de una pareja está lastimada, por las circunstancias que fueren, pedir un beso para reestablecer la paz suele ser ofensivo, porque pocas veces da resultado. Reconstruir viejas heridas no es cosa de gestos aislados, más bien de empeño cotidiano y paciencia, perseverancia y humildad.

Si el beso es insuficiente se acude a una sorpresa. Una escapada, un viaje casi improvisado, dos noches de amor en un hotel con encanto para romper con las cosas que enmarañan y aturden. Conozco a muchas parejas que optan por este recurso, hoy ya muy comercial, para redescubrir pasiones y encuentros tranquilos, como si no se conocieran ya las personas desde el inicio de la relación. Y lo que meses o años no han conseguido arreglar qué se puede esperar de una fascinada cita, adornada con romanticismo y sensualidad.

Vuelven felices y satisfechos, consumadas las tiernas noches y saboreadas las especiales cenas, achispados con cavas y alumbrados por velas embriagadas de inciensos. Pero volverán a pasar dos o tres días para que los fantasmas vuelvan en forma de dudas y la inquietud entre otra vez a la casa. Y vuelta a empezar.

Las escapadas son, en el fondo, huidas, estampidas hacia ninguna parte. Las novedades ofertan ilusiones y nadie desprecia los dulces, pero para que algo cuaje se necesita pensar en el día después, en lo que nos encontraremos al regreso, en la continuación de tantos días desdichados y acechados por la incertidumbre.

Así que, parejas amigas enamoradas de viajes relámpagos, viajes como quien se agarra a un salvavidas, no hay reencuentros. Para reconquistar hay que atrincherarse en las cosas cotidianas de cada día, señalar con un bandera blanca al principio, asomar la cabeza después con la dignidad que se precise, dejarse la piel para enterrar los orgullos y respetar los espacios y los tiempos de quienes viven a tu lado.

Los rescates no están en los bolsillos, ni en noches locas. Sólo “son de paz”, y cada minuto de lo que duren los años con sus días.

Y si llueve, deja que llueva.

Música sugerida: DEJA QUE LLUEVA. Ana Torroja

1 comentario:

  1. Juanjo.....No sólo es cierto si no que son las mismas historias repetidas, para qué conservar lo que ya no funciona desde hace años.....
    Me quedo con la última frase.....
    ".....Y si llueve, deja que llueva...."
    Un saludo

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