Ya parece que pasó la pesadilla, pero sus secuelas continúan dando vueltas por los cielos de la incredulidad y la indignación. Decenas de miles de pasajeros quedaron tirados en los aeropuertos por una huelga de incontrolados controladores aéreos. Que la Ley ampare el derecho de huelga no significa que se pierda el sentido común, ni que se pierda el rumbo de la navegación de la mínima sensatez, ni que se extravíe la decencia.
Estando tan alborotada la crisis, cuyos meteoritos envenedados de pobreza impactan en cada casa, resulta casi inmoral activar una huelga tan salvaje. Más cuando los controladores representan una clase económicamente privilegiada, mientras sus víctimas han dejado en tierra sus sueños y han multiplicado por mil sus problemas.
Pocas veces coinciden en asuntos laborales tanta insolidaridad y tanta diferencia de objetivos. Unos quieren mantener su intocable estatus y los clientes, los que pagan y les pagan, volar para cumplir sus sueños y dar rienda a sus obligaciones.
Al final los controladores descontrolados acabaron atados por sus alas y los impotentes pasajeros presos de la imbecilidad ajena, rehenes del tiempo hurtado y desactivados sus sueños, sueños ya irreparables.
Música sugerida: DREAM TIME. Judy Dyble
No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminarNo se...Se había perdido la consciencia y ahora hasta la conciencia.
Hola Juan,
ResponderEliminarSolo decirte que me gusta tu linea "editorial" y la forma en la que escribes.
Le he dado un repasito a todo tu blog y tienes buenas ideas, aparte de escribir muy bien.
Quiza discrepo en algunas pero no me plantea ningún problemas leer opiniones contrarias a las mias, es enriquecedor.
Hechale un vistazo a mi blog y me cuentas que te parece.
http://sersensastos.blogspot.com