viernes, 8 de enero de 2010

LA SOLEDAD

Después de unos días intensos, los de estas fiestas navideñas, se nos ha vuelto a quedar la casa vacía. Como decía el anuncio volvieron por Navidad y las puertas no dejaron de abrirse y de cerrarse para volver a abrirse. No es una queja, es una bendición. Es más, en nuestra tradicional tarjeta de navidad, las puertas y ventanas de mi casa siempre están abiertas para que ese ramillete de viejos y nuevos amigos vuelvan a cruzar, y otros entren por primera vez, en nuestro umbral. Y así nos reencontramos, conversamos, abrazamos, volvemos a llorar y sonreímos.
La casa está otra vez vacía. Excepto para esos incondicionales cercanos que regresan de vez en cuando. Al fin y al cabo esta casa no es una urna cerrada, más bien una posada de peregrinos de bien.
La soledad puede ser opcional. Hay muchas personas que eligen este modelo de vida y prefieren estar solas. Cuántas veces hemos oído decir el cántico "mejor solo que mal acompañado". Y conozco a muchas gentes así que son felices, con suficiente autoestima y no dependen, en su tránsito diario, de nadie ni de nada. Se sobran y se bastan y son tan deliciosamente independientes que no caben más que elogios a su conducta.
Pero hay soledades no buscadas. Sólo encontradas por el caprichoso destino. La sombra de la compañía imposible encubre todos los rincones y el sueño de una vida compartida se desvanece al abrir una puerta o ventana, tan sólo respirar la cruel realidad. La utopía de esa media naranja que no acaba de asomar, de ese amor que huyó de nosotros, de esa esperanza truncada, de ese nido abandanado, alborota las entrañas, sacude la adrenalina y florece las canas.
Todavía es más triste la soledad en compañía. Esa larga distancia a menos de un metro donde el vocabulario se sustituye por un lenguaje de signos y la impotencia acaba por reinar en medio de mensajes silenciosos. Llegado a este punto, resulta una situación delicada y peligrosa. Porque no se trata del amigo invisible, es el cercan@ invisible.
En cualquier caso, como este blog del Diván del Desencanto es un blog para amig@s sólo pretendo aliviar y desear buenas cosas. Si la soledad es opcional seguir disfrutando de esa armonía independiente y continuar disfrutando de la amistad. Y si la soledad es el desenlace de una historia triste no desesperes. Las medias naranjas aún existen pero no esperes en tu encierro o en tu luto. Los espacios cerrados acaban por oler a rancio y los cajones de los recuerdos se apolillan.
Sal al encuentro y vive. Hay miles de refugios que dan posada a los desalmados y huérfanos de amor y consuelo. Esa soledad tan amarga e infinita puede acompañar para la reflexión y la parada, pero no la prolongues cuando hay tantas manos huérfanas de calor y siempre tendidas.
Si algun@ de vosotros quiere hacerme llegar algún comentario fuera del blog mi correo es: juanjotorresc@gmail.com. Y nací con los brazos cortos, pero tendidos.

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