La historia está montada a base de mentiras. Hoy ya sabemos que quien tiene el poder desinforma, y más que eso, engaña. Los símbolos distorsionan y los mensajes intencionados manipulan.
En las miles de películas sobre indios y americanos los primeros, los indios, eran los malos. Cuando llegaba el Séptimo de Caballería las filas de asientos tronaban y la sala era un estruendo de aplausos. A los pobres indios les arrebataban la caza, sus búfalos, sus bisontes, sus caballos y eran deportados en reservas hasta el final de sus días. Luego pasarían por esas tierras sagradas los ferrocarriles y se asentarían los ranchos de los terratenientes.
Más recientemente se inventaron una guerra contra Irak en base a armamento de destrucción masiva, luego inexistente, y a una cruel dictadura. Su gran delito era el petróleo que ahora los poderosos controlan, siendo la posguerra más trágica y costosa que la guerra. China, por ejemplo, tiene armas de destrucción masiva, no respeta libertad alguna, pisotea derechos humanos y se come el mercado mundial. Pero nadie tose a China. Y que ni se les ocurra.
Los indios han sido los malos y los yanquis los buenos. Los vencedores de batallas y guerras civiles son los buenos y los vencidos, a perro flaco pulgas con él, los malos, indeseables, excomulgados, masónicos, masacrados y, lo peor, olvidados. Afortunadamente el tiempo pone a cada cual en su sitio y la buena historia acaba por desenmascarar a los tiranos.
En la vida diaria predomina la gente buena, pero es tan buena que no hace ruido. Son masas de gentes muy generosas pero tienen tanta educación, cordialidad y modestia que no se hacen notar. Pasan por la vida tan en silencio que no necesitan de homenajes, ni de citas, ni de recuerdos. Cumplen con hermosa dignidad y se van.
Los malos de la vida, siendo menos, hacen mucho ruido. Como espinas de rosales o como la grama del camino dan el coñazo todos los días. Y lo peor es que no se cansan. Disfrutan. Sanguinarios, psicópatas, sádicos, verdugos, malas-sombras joden hasta donde pueden y aunque no se lo permitan. Y ahí están, esperando su reconocimiento y homenaje. Son pocos pero parecen muchos. Hay que reconocerlos y verlos venir.
Los buenos pueden tener una mala racha y hacerse malos puntualmente, pero su casta y su nobleza regresan siempre a tiempo. Los malos no tienen descanso. No tienen rachas de lucidez humana. Hacen daño porque sí, porque apetece y sablean, conquistan y expolian cuanto pueden. No les hagas caso. Cuando se vayan se llevarán su mierda con ellos. Y tú, cuando te vayas llevarás contigo miles de besos.
Los buenos que seguís el blog, porque los malos leen malamente, debéis seguir con el caramelo en la boca para continuar endulzando los rincones que pisáis. Los buenos, como mi vecina del primero, no se os ocurra contagiaros de tanto malo suelto. No vale la pena y, además, os vais a poner malos.
La música que sugiero es una joya musical. En España nadie la ha editado y por lo tanto espero que la SGAE no le hinque el diente. Ojala se quedaran mellados los de esta sociedad que encontraron un filón a costa de los demás. Como las imágenes del reproductor no son como muy estimulantes os podéis dar media vuelta y os relajáis con su audición. Al fin y al cabo, CREO VERSOS PARA TÍ.
Música sugerida: JE CRIE VERS TOI. Marcel Dadi.
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