lunes, 23 de agosto de 2010

EXCUSAS PERFECTAS; Y ESTÚPIDAS

En una de esas noches veraniegas, donde cuesta conciliar el sueño por muchas razones, en las que pasas unos días fuera de casa, uno se lleva a veces sorpresas desagradables. Del sentido común colectivo cada vez espero menos cosas, de la irrespetuosa intolerancia me lo creo todo.

Cuando por fin me abrazo al sueño, sin apretarlo profundamente, nos despiertan unas vozarronas, para nada angelicales, que provienen de unos vecinos nuevos del apartamento de arriba. Que se sientan exultantes por gozar de su primera noche de vacaciones me parece lógico; que estén alterados de alegría porque por fin llegaron a su apartamento tras horas de viaje me parece razonable. Pero hay tantas maneras de estar alguien contento sin molestar...

Pues no. Estos franceses (podrían haberlo sido de cualquier otro lugar) vocearon desde el balcón su excitación para que todo el vecindario supiéramos, en hora exacta, que habían llegado. Tras una hora de indignación silenciosa la cosa se calmó y, finalmente, todo el mundo pudo dormir.

A los cuatro días y a las cuatro de la madrugada nos vuelve a despertar a la comunidad veraneante otra estupidez; en este caso eran españoles que se iban de marcha. El volumen del audio del coche estaba a toda máquina con música de discoteca y a su ritmo acelerado le acompasaban los ocupantes del vehículo.

Salimos varios vecinos al balcón a testificar la imprudencia, por la inoportunidad del momento. Se llama la atención a los desvergonzados zombies de que no son horas. Se les invita a que apaguen el CD y se larguen de allí, o se acuesten.

Al intrépido conductor no se le ocurre otra cosa para su defensa manifestar que hacía cuatro días que los franceses no le dejaron dormir.

Traduciendo el mensaje deduzco que si unos joroban la noche al personal porque son estúpidos, otros, y en venganza, pueden hacer lo mismo; ignorando por completo que a quienes joden de verdad es a la mayoría inocente, es decir, la silenciosa.

Hay un dicho universal que dice: "no quieras para los demás lo que no desees para tí". Este principio tan básico y fundamental todavía es desconocido, por lo visto, para una masa inculta, que se multiplica como una esperpéntica epidemia.

Porque muchas veces las excusas perfectas resultan perfectas estupideces. Dicho de otra forma: la misma historia de siempre.

Música sugerida: LA MEMÈ HISTOIRE. Feist

No hay comentarios:

Publicar un comentario