No creáis que he estado todo este tiempo en los limbos del desperezo y el bostezo. Regresé hace ya unos días y me hubiese gustado actualizar esta ventana intimista y universal. Simplemente no pude.
Las vacaciones muy bien. Siempre lo son porque son eso, vacaciones, y vaya uno donde vaya desconecta lo suficiente. Me he sumergido en olas frías, he sido acariciado por la lluvia, calentado por el sol y sacudido por la tramontana. Kilómetros de coche, caminatas a pie, madrugones para no perder el tiempo y degustaciones gastronómicas. Es eso lo que se busca siempre aunque no siempre se encuentre.
Pero fue volver y comenzó la incertidumbre, pues ese trocito de corazón, residente durante seis meses en Buenos Aires, perdió su vuelo de regreso por asuntos burocráticos. Y ahí empezó el desasosiego, la zozobra y la impaciencia.
Y a partir de ahí algunas noches de vigilia y de insomnio, invocando aclaramientos y soluciones. Y por fin, ahora que parece se resuelve todo, me vuelve a invadir la tranquilidad y la confianza.
Mientras tanto he departido, con ese hombre sabio y viejo de tan buena relación familiar, los surcos de la tierra, los huertos caprichosos y los frutos bendecidos por el agua y el sol. Con la misma paciencia infinita que él, he rescatado de la tierra esas patatas nuevas que saben a gloria, esos rojos tomates ácidos y dulces, esos pimientos blancos que se deshacen en la boca, esas cebollas que dan vida a la ensalada y esos pepinos, aún terregosos, que serán cubiertos por el celestial aceite de oliva.
Esa misma ternura de extraer de la tierra lo que comeré después, esa concentración mágica en cada estiramiento de riñón, esa gota de sudor tan complaciente y generosa, me acompañan y me ahuyentan los nervios y las penas.
Necesito ver y abrazar a la que pronto regresa. Y necesitaba entrar de nuevo en el blog para contarlo. Nada más. Tan sencillo y simple como la tierra que se cae, como racimos, de entre las manos o como los surcos de los bancales, tan profundos como el mapa tan gastado en el rostro de ese hombre, tan sabio y familiar, que me acompaña.
Bendita ensalada y feliz vuelo.
Música sugerida: MADNESS. Marlango
Nos alegra saber que "nuestra" niña ha podido solucionar sus problemas burocràticos y pronto estarà de nuevo en casa.
ResponderEliminarDale un abrazo de mi parte.
Joan