viernes, 15 de enero de 2010

LA IGNORANCIA (II PARTE)

Lo peor de la ignorancia, para la gran masa de ignorantes, es que no se cura con el tiempo. Ni aunque vivieran doscientos años. Y no me refiero a esa multitud de humildes personas que, por tristes circunstancias, no pudieron estudiar o adquirir conocimientos y cultura. No. Aludo a los que teniendo los medios se acomodan en la negación y pasan olímpicamente de cualquier intento de superación.
Conozco a mucha gente sin estudios, sin licenciaturas, sin preparación académica alguna pero que son libres como la luna y el sol. Dominan el arte de la cordura y son sabios a su manera, rebosando de sentido común y de buen humor. Los ignorantes de verdad son los otros, los que pudiendo ofenden cuando abren la boca, los que con estudios incluso mejor quedaran mudos para siempre, los frívolos parlanchines oscuros, rencorosos y tristes.
En épocas de tecnología, recursos de formación e información, ciencia e intercambio abunda más que nunca la ignorancia, por dejadez o por insensatez. Pero leerme bien. Esta clase de ignorancia tiene sus ventajas. Quien la sufre no padece. Quien no sabe no contesta. Y como decía Miguel Hernández "no sepas lo que pasa ni lo que ocurre".
Es una manera, como otra, de ser más o menos feliz. El avestruz que se tapa la cara con el ala disfruta de su ignorancia antes de ser abatido. Pobres por tanto a los que seguimos siendo ávidos de la curiosidad, del conocimiento y de la información. Cuanto más cultivados estemos más sufriremos siempre, porque la verdad duele y el saberla más.
Pero, qué queráis que os diga, prefiero envejecer con la mente inquieta hasta que aguante y cuando me llegue la hora irremediable morir con los ojos inquietos y, si puede ser, abiertos. A lo mejor sucede un milagro y aprendo mi última lección.

1 comentario:

  1. Con toda la razón del mundo, igual que nos preguntamos si la inteligencia y la personalidad es genética o ambiental, es decir, se nace o se hace, deberíamos incluir también la necedad, aunque la ventaja aquí es que se podría elegir, aunque el propio necio no ve la necesidad de salir de ese estado porque su situación la hace creer como normal, y siempre es más fácil quejarse por lo propio o por las ventajas de los ajenos, antes que realizar el esfuerzo personal de mejorar su situación.

    Por hablar de la música de éste enlace: "MARAVILLOSA"

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