Horas antes de que España, mi territorio administrativo, alcanzase la final del mundial un grupo de españolas, también de esta jurisdicción administrativa, perdieron la vida en un rincón inhóspito de Perú. Un fallo humano de un conductor atrevido. La negligencia, la irresponsabilidad, la confianza, la imprudencia desencadenan siempre errores humanos, por lo tanto evitables.
Que una peña de adolescentes y jóvenes se atreva a dedicar horas de su tiempo, episodios de su vida, vacaciones que podrían suponer relajantes en cualquier otro lugar y momento, decidan introducirse en un espacio perdido para ayudar, prestar y servir perdiendo la vida me resulta glorioso e infinitamente triste.
Viajaban buscando nuevas experiencias y aportando sus mejores energías; sus generosos corazones irradiaban esfuerzos nunca compensados; pretendían construir una biblioteca donde no existe un libro y proponían erigir, con sus escasos recursos, un puente de dignidad y cultura.
Lo intentaron con toda su juventud y todas sus fuerzas, mas sus sueños fueron truncados por una absurda estupidez, como las miles de idioteces que entorpecen un camino.
España llegó a la final y ocupará las mundiales portadas de los medios internacionales. El trágico destino de estas cooperantes no ocupará más que un cuarto de una página escondida.
Por eso, no por otra cosa, quiero testimoniar en estas ventanas de internet mi tristeza, mi admiración, mi rabia y mi respeto a las que perdieron sus vacaciones solidarias. No ganarán copas, ni famas, ni prestigios millonarios.
Pero sus perdidos viajes, sin billetes de retorno, valen para mí más que un célebre mundial. Porque ojalá ese viaje vuestro y sin destino nos sirva a los que buscamos destino a nuestros viajes, sin alocados virajes y sin que nos tiemble el pulso del timón.
Música sugerida: SHADOW OF TIME. Nightnoise
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