Dijo una vez Ingmar Bergman : "envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena".
Es cierto sólo a medias, pues hay quienes suben montañas tras millones de pasos sin aprender del camino. Otros en cambio, desde la misma falda de la ladera, conocen la senda más segura y un alcance mejor de la percepción del conjunto.
Sea como fuere cada un@ es un mundo y una mayor edad no es sinónimo de un mejor aprendizaje. Normalmente los consejos los suelen dar las personas mayores y versan sobre experiencias parecidas o semejantes a las que se les da el consejo. Pero los consejos son como las lentejas, o los tomas o los dejas.
Yo no soy una persona de consejos porque me queda un largo camino que aprender y me siento como un aprendiz en medio de una vida misteriosa. Pero sí puedo decir que me agrada oír consejos, aunque luego los siga y me repita equivocando o no los tenga en cuenta y me estrelle, otra vez, en la misma piedra de siempre.
Pero, los aprecies o no, los sigas o los olvides, es precioso que exista alguien, alguna vez en nuestra vida, que nos dé consejos. Sean de sabios o de aprendiz son bien intencionados y, alguna vez también, los daremos nosotros a otras gentes que nos dirán de todo: pesados, anticuados, pelmazos y mil improperios más.
Pero bueno, si nos acostumbramos a escuchar, tal vez un día sepamos qué decir, aunque no nos pregunten.
Música sugerida: STRUGGLE FOR PLEASURE. Wim Mertens
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