martes, 11 de mayo de 2010

NOTICIAS TRISTES DESDE EL MÓVIL

Suenan los teléfonos millones de veces y al día lo utilizamos, -bien para llamar, bien para contestar-, en múltiples ocasiones. La gran mayoría de esos instantes son para comunicar cosas irrelevantes, sin demasiada importancia. Temas que no urgiendo se podían tratar tomando un café horas después, o al día siguiente.

Otras veces una llamada nos invade de alegrías, nos espabila el corazón y saltamos como niñ@s. Pero, de vez en cuando, el destino nos prepara una llamada triste, de esas que encogen el corazón en un puño y no se suelta.

Ayer recibí una de esas llamadas que acaban por rendirte, cuestionarte todo y suplicar al cielo. En un simple minuto una buena amiga, y compañera de trabajo, queda como viuda desconsolada. Hachazo cruel y siempre inoportuno que me salpica, nos salpica, me embarga y nos destroza.

Apenas unas lluvias y deslizamientos, zigs-zags, choque y muerte. Cuarenta y siete años vividos y muertos, cuatro hijos y otra joven y maldita viuda. Ya no existen respuestas cómodas, ni planes a corto plazo, ni misterios preguntados.

Ya he escrito alguna vez, pero en otra parte, mi eterno interrogante a Dios, si es que sigue existiendo. ¿Por qué se lleva tan pronto a las personas buenas? ¿Acaso hacen tanta falta en su cielo, ausente de maldad? ¿Por qué no permanecen aquí, en este infierno mundano, un poco más de tiempo?

Porque aquí necesitamos ángeles. Pero ángeles vivos, que nos acompañen a seguir el camino. Tristes son algunas llamadas. Empujan al desconcierto y nos hacen sentirnos más solos que la una. Sólo me queda agarrar, con un dedo, la temblorosa mano a la estrenada viuda y consolar casi infructuosamente, y entre llantos, su inagotable desconsuelo. Y tú, Matías, ¡DESCANSA EN PAZ!

En la música que ahora invito a escuchar canta el solista de Los Chicos del Coro, ¿os acordáis? y lo hace junto a Clémence, con voces de ángeles.

1 comentario:

  1. Lo siento Juanjo, te dejo una poesia de Gil de Biedma:
    Que la vida iba en serio
    uno lo empieza a comprender más tarde
    -como todos los jóvenes, yo vine
    a llevarme la vida por delante.

    Dejar huella quería
    y marcharme entre aplausos
    -envejecer, morir, eran tan sólo
    las dimensiones del teatro.

    Pero ha pasado el tiempo
    y la verdad desagradable asoma:
    envejecer, morir,
    es el único argumento de la obra.

    Javier Garcia.

    ResponderEliminar