¡Cuánta alegría causa arrancar los diciembres de las hojas de los calendarios! Y envejecer plácidamente como cuando dejamos caer el agua de la lluvia cuando llueve, porque no podemos hacer otra cosa sino contemplar su hermosura, o sus estragos.
Pero, ¡qué pena nos crea sentirnos poco a poco más viejos, como encerrados en un laberinto sin retorno y entre pasillos llenos de incertidumbres!
¡Qué placer tan colmado de tristeza cuando observamos fotografías nuestras de antaño, que reflejan lo que hoy somos pero cuando éramos primaveras!
Pero, ¡qué bueno que es llegar y no quedarse a mitad del camino!, si es que los caminos tienen finales.
Es mejor llegar, a pesar de todo, aún con las escasas fuerzas que nos queden. Es mejor llegar a que cuenten otros, entre consuelos, nuestras ausencias.
Quisiera llegar a viejo, aunque sea para llorarme mis propios recuerdos. Quisiera envejecer porque soy, no el único, pero sí el mejor testigo de mi propia vida. Quisiera envejecer para tener tiempo de enfrentarme a la mudez, a los silencios llenos de complicidades y para contar las mil cosas vividas e inventadas.
Música sugerida: DANCE ME TO THE END OF LOVE. Leonard Cohen
"LLorarme en mis recuerdos": nostalgia, ese moho de la memoeria, esa oscura envidia de uno mismo. Una droga alucinogena que te hunde a la vez que te alivia, te hace sonreir mientras te clava en la espalda sus preteritos perfectos e imperfectos: yo tenia, yo hice, yo estaba...
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