¡Maldita globalización! ¡Qué manera de engañar al personal! Nos venden el sueño de que cuando los mercados sean más libres y no tengan fronteras el mundo vivirá mejor, aunque no sea feliz. Pero que vivirá mejor se dice con la boca pequeña. Es el mal llamado primer mundo, los países más poderosos e industrializados, los que ahogan con la soga a los de otros continentes, y de los países ricos sólo unos miles de sanguinarios sinvergüenzas obtienen beneficios de tantas mentiras y tanto cuento.
Las grandes empresas necesitan seguir expoliando y para que sus acciones tengan buen futuro y recaudo en las bolsas exclavizan mano de obra, por una sopa de sanguijuelas, a los pobres del mundo.
Mientras tanto Obama, flamante Nobel de la Paz, sigue vendiendo armamento y no dice ni mus ante el genocidio de Israel. ¡Qué poco dura la memoria, cuando los judíos fueron también exterminados!
Nos comemos las mierdas que dejan los cobardes egoístas y nos apretamos el cinturón hasta que nos hunda la espina dorsal.
¡Qué triste sociedad! Menos mal que tú estás conmigo y que no estamos solos en los pozos del fango. Pero sigue, sigue viviendo. Vive inconforme y denunciando farsas, pero procurando ser feliz. Los desgraciados dirigentes se morirán en la abundancia, locos de ira y enfermos del corazón.
Pero cuando cierren, por última vez, sus ojos tendrán la mirada perdida, sospechosa, sucia y triste. La tuya sin embargo, brilla en la luz. Brilla como el sol en el amanecer. O eso espero.
Música sugerida: SOCIETY. Eddie Vedder
Magnífico escrito, Juanjo.
ResponderEliminarVisceral, lacerante y tierno. La dignidad personal y nuestros pequeño y efímeros placeres cotidianos, mejor si son compartidos, son un reducto inasequible a "ellos". Nadie puede tocarlos.
Un abrazo.
Francis.
Bravo, Juan José
ResponderEliminarEn el fondo eres un hombre que conserva la fé en el ser humano. ¿De verdad piensas que tienen conciencia aunque sea al final de sus vidas?