Mañana, en este país mío, hay convocatoria de huelga general. Cierto es que desde hace algún tiempo los sindicatos están institucionalizados y que muchos dirigentes obreros viven en régimen funcionarial, es decir, tienen las habichuelas resueltas. Pero tampoco les falta razón en la convocatoria de este parón en las actividades económicas. Yo, que soy un desencantado pero no estoy de vuelta de nada, comprendo muy bien las razones.
Desde hace muchos años existen sectores económicos y financieros que han ganado mucho dinero. Han ganado tanto que la ambición les acabó por cegar y ese deseo irrefrenable superó fronteras lícitas y se alteró: querían ganar más.
Multinacionales, grandes bancas, empresas de la construcción, compañías inmobiliarias, especuladores del ladrillo y otros negocios fantasmas querían ganar el doble, el triple, el infinito. Venden, compran, obtienen beneficios. Para ganar más venden empresas que no existen y se pagan facturas por prestaciones nunca realizadas.
La burbuja del sueño americano se hincha y expota. El crak salpica a todo el mundo pero su crueldad axfisia a los más débiles. Las clases humildes y trabajadoras son las inculpadas y los que inciaron la crisis son los exculpados...
Ellos, los que querían ganar más, siguen siendo los afortunados. Los que trabajamos todos los días seguimos en pie, en condiciones más precarias y con un futuro laboral más incierto. Y es verdad que la nueva generación es la de los hijos que vivirán peor que sus padres, cuando la lógica invoca lo contrario, que cada generación debería vivir mejor que la anterior...
Que vamos para atrás en vez de avanzar está cada vez más claro. Que derechos fundamentales que costaron años en conquistar se desvanezcan es una vergüenza más...
Que nuestros dirigentes políticos nos vendan al mejor postor es imperdonable, más a quienes seguimos conservando la memoria. Estos mismos dirigentes hace pocos años iban de melenudos, de progres y radicales y en contra de cualquier reforma laboral que incordiara el más elemental derecho que pudiera perjudicar la dignidad del trabajador...
Son ya irreconocibles. De hecho ya no se reconocen ni ellos mismos...
Pero más me preocupa la indiferencia general. Parece que el SISTEMA haya inyectado una dosis de anestesia a la sociedad para que quede adormecida para siempre, sabiendo que no existen ya Príncipes Azules que, con un beso, despierten a la dulce y Bella Duermiente...
Pero yo, que ni olvido ni me resigno, tenía que contar esta crónica tan perdida y tan sobreviviente.
Porque al acecho están las gaviotas azules que cada vez son más negras. Planean con vista de águila el momento de repartirse más el pastel de la cacería. Más inteligentes que las carroñas, más pacientes que los verdugos, esperan el gran banquete.
Por eso, más que nunca, es necesario resucitar a los viejos espantapájaros. Que por lo menos ahuyenten, o incluso averíen, las alas planeadoras e invasivas de los que quieren ganar más para crear más pobreza en los demás.
Música sugerida: RECUERDOS. Los Calchakis
Antes era esclavismo, ahora esclavismo con nómina. Todavía me sobrecojo cuando hay gente en Villena trabajando 10 horas en una fábrica y no son capaces de plantar cara por si se quedan sin faena. Aprendí este verano que más horas extra no solucionan nada, en cambio sí merece la pena horas de descanso; pero eso no nos entrará en la cabeza mientras en "la tele" nos digan lo que necesitamos y nosotros les creamos.
ResponderEliminarEstamos adormecidos y creo que demasiado bueno es el empresario puesto que si en estos momentos nos hicieran trabajar 12 horas, muchos se bajarían los pantalones.