viernes, 3 de septiembre de 2010

¿SÍNDROME POSTVACACIONAL?

Cierto es que hoy en día , y tal como está el mundo y su mercado, trabajar es un privilegio. También es verdad que el sistema, sus gobiernos y sus códigos laborales, cada vez tienen más amedrantadas a las clases trabajadoras. Más ajustes, más recortes, más inestabilidad, menos coberturas, menos sueldos y casi más trabajo; es decir, los de arriba van mareando la perdiz con amenazas sutiles. Hay cola, dicen...

Yo para mí que en los últimos veinte años, en vez de avanzar, hemos ido a peor, no siendo el resto de humanos ni los responsables ni los causantes de tanta incompetencia y desazón mental. El caso es que vivimos en un vivir sin vivir, en un hilo, en un suspiro mientras los ricos de siempre siguen siendo igual de gilipollas, pero más ricos.

Antes decían que el trabajo dignificaba a la persona. Ahora ya no lo creo, ni siquiera en estado de somnolencia. Yo pensaba que había que trabajar para vivir con dignidad, no vivir para trabajar. Sea como fuere, quienes trabajamos, hoy, somos afortunados. Y quienes disfrutamos de algunas vacaciones más privilegiados todavía. Pero no por trabajar ignoro lo que ocurre, cuando observo gentes de mi edad esclavizados por los días sin horizontes ni esperanzas.

Por eso me produce náuseas cuando algunas gentes vuelven al trabajo, acabadas las vacaciones, y van al médico porque tienen síndrome postvacacional. Eso no, por favor.

Que cualquier día, de tanto insistir, la van a convertir en enfermedad oficial, y entonces ya veríamos quien se pone malo de verdad y quien sigue viviendo de la cuentitis.

La picaresca siempre ha existido, la tontería también, pero la creencia de que todo el mundo es tonto no se puede consentir.

Los síndromes ya están en los diccionarios médicos y en los tratados de psicología. No inventemos, por tanto, más historias nacidas de la hipocresía, el cinismo y la comodidad.

Música sugerida: WHAT KATIE DID. The Libertines

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