sábado, 17 de abril de 2010

NARCISISMO

La mitología griega, también la romana, inmortalizan al hermoso Narciso, que era pretendido infructuosamente por la ninfa Eco. Narciso sólo estaba verdaderamente enamorado de su insólita belleza y tan guapo era el muchacho que un día, al saciar su sed en un arroyo, quedó mudo y prendido de su propia hermosura, y quedóse tan absorto contemplándose en el reflejo del agua que fue su auténtica perdición. Tentado por el descubrimiento se zambulló en su propia búsqueda y sucumbió ahogado en las cristalinas aguas.

Dicen las habladurías que, desde el fondo del estanque, brotó una bellísima flor a la que llamaron narciso, venerada primero por la ninfa Eco y después por los amantes de la flora.

Este bonito y triste cuento que nos cuenta la fábula mitológica ha seguido su curso hasta los días de hoy. Más que nunca el culto y la adoración al propio cuerpo se ha convertido en casi una religión. Nos cuesta asumir que envejecemos y procuramos estar lo más atractivos posibles.

Pero hay quienes sólo viven para eso y ahí empieza un problema. Porque tanta adulación personal y con tan elevada autoestima puede hacernos olvidar que los demás existen. Es bueno cuidarse y estar de buen ver; todos tenemos nuestro propio ego y nuestro corazonzito, pero no somos ni seremos nunca el centro del universo.

No seamos tan narcisistas porque un día, sin saberlo ni entenderlo, nos zambulliremos en el estanque del egoísmo y del olvido. Y entonces ya no habrá ni ninfas ni ninfos que nos esperen.

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