"Manzana" y "Cidra", Apple y Cindy son sus nombres. Se llaman así, son pavos norteamericanos y han sido indultados de morir, de ser flameados en el horno y sazonados con especias y salsas. Lo ha dictaminado el mismo Presidente USA, Barack Obama, en el Día de Acción de Gracias, festividad muy tradicional del país de las oportunidades.
A partir de ahora Apple y Cindy acabarán sus días en confortables aposentos de una residencia presidencial. Separados, benditos ellos, del resto de pavos de su especie que serán pasto de ávidas mandíbulas humanas y de excelentes dentaduras postizas de la tercera edad.
Cuarenta y cinco millones de esta demandada ave serán degustadas por el pueblo americano de aquí a Navidad. Aderezados por arándanos, papas dulces y pastel de calabaza pasarán por el horno hasta quedar en su punto. Pero Apple y Cindy no. ¡Qué dulce alegría!
China, Irán, Irak, Arabia Saudita y Estados Unidos son los países que, según informes de Amnistía Internacional, más ejecuciones realizaron el año 2009. Esas estadísticas no variarán mucho con respecto al año en curso. Pero no quisiera indigestar ninguna comida.
Me pongo en el lugar de un reo en el mismo corredor de la muerte en una penitenciaría estadounidense: "El recurso fracasó. La súplica última y desesperada de indulto es rechazada por el Gobernador del Estado. Me confiesan si es que creo. Mañana me espera la silla eléctrica en este lugar. Otro condenado morirá, también mañana, en otro Estado por inyección letal. No me consuela. También sé que otro preso, por los mismos delitos que yo, tiene veinte años por ser juzgado en otra jurisprudencia. Esto no me consuela más. Pero mañana me matan".
" En mis últimas horas veo la televisión. Algo me distrae. Y aparece el Presidente con dos pavos, de esos que sólo pruebo en Navidad, y los indulta. Dice el Presidente que es una tradición desde 1789. Los pavos viven. Yo muero".
"Deseo pedir como última voluntad un buen plato de pavo. Con salsa de arándanos, papas dulces y pastel de calabaza. Bien condimentado y en su punto de horno. Saciarme y ponerme redondo. Será el último banquete de mi estómago, retenerlo hasta el final y, apurarme tanto que, en la misma silla que me lleve al otro barrio, bien sentado y amordazado, antes de hornearme vomite el pavo, la salsa, las dulces papas, los arándanos y el pastel de calabaza".
"Y que el juez, mi fiscal, mi abogado, el alcaide y la prensa acreditada exclamen: ¡qué asco. Pobre pavo. Se jodió la Acción de Gracias!".
Música sugerida: SOMETHING NEW IN MY LIFE. Stephen Bishop
muy bueno. felicidades por este relato durísimo.
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