jueves, 25 de marzo de 2010

EL GUATEQUE

Hace una eternidad de años, cuando era jovencito, era muy frecuente el convocar, sin existencias de móviles ni correos electrónicos, un guateque. Much@s de vosotros, que ahora tenéis esa ventaja que dan los años, os acordaréis como si fuera ayer mismo.

No eran usuales las discotecas, por lo menos en pueblos como el mío. Las disponibles no estaban como muy al alcance, en cuanto al bolsillo, de adolescentes barbilampiños y de las chicas que estrenaban minifalda.

Así que para reunirse y pasárselo bien el mejor método era el boca a boca. Funcionaba por imperiosa necesidad. Alguien ofrecía su casa cuando era segura la ausencia de los padres, o simplemente entre unos cuantos se alquilaba un pequeño y barato local.

Se compraban bebidas y refrescos muy lejos del botellón garrafero de los tiempos de hoy. Se acondicionaban luces con encanto, preferentemente tenues. Se decoraba el espacio para inventar la magia. Se instalaba el tocadiscos y sus pequeños amplificadores. Luego se llevaban los discos, siempre de vinilo, que representaban el mejor tesoro para el acercamiento. Música de ambiente en los preámbulos para dar paso a la conversación, al contacto de las miradas, al desafío de la conquista.

Pasado un tiempo prudencial llegaba el tiempo de la única verdad. Acercarse a la chica o al chico preferido, aquel o aquella que nos estrujaba las entrañas en la soledad. Y pasados los instantes necesarios entraban en escena las dudas, las torpezas, los atrevimientos o las firmes decisiones.

De manera que alguien recibiría las primeras calabazas, otr@s realizarían su primera declaración de amor y los más afortunad@s estamparían , para el recuerdo infinito, el primer beso.

Y las músicas que en aquellos espacios relajantes y oscuros sonaban eran, deseablemente, lentas, muy lentas, y largas, muy largas, para abrazar a la persona que queríamos seducir de la manera más próxima y prolongada. Para bailar con candidez y candorosamente esos compases tiernos y eternos que nos subían al cielo. Músicas, por ejemplo, como la que ahora recupero y suena.

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