Por aquí ya ha comenzado la primavera. Se estrena lluviosa, como casi todo el invierno que nos dejó con sus fríos, sus nieves y sus vientos. Ha llegado la primavera y nos saluda húmeda, verdosa y cambiante.
Dicen de ella, de la primavera, que "la sangre altera", que nos produce brotes emocionales y que seduce tanto como las lunas blancas y llenas, que nos solivianta el corazón y los sentimientos se fragilizan. Ignoro racionalmente por qué, pero siempre me gustó la primavera; será por su luz sin el calor agobiante y veraniego, quizás por el despertar de los campos, tal vez por el cíclico milagro de las flores que asoman, de nuevo y otra vez, en nuestros pequeños universos.
Las personas pendemos también de su influjo, porque también tenemos primaveras. Desperezamos y sacudimos los fríos del alma y abrazamos nuevas esperanzas. Sentimos renacer, como la misma Naturaleza, brotes de ilusión y es tiempo de reinventar las raíces, aquéllas que dábamos por perdidas, que las creímos marchitas y enteramente muertas.
Vive tu primavera como otro despertar en tu vida. Colorea tu corazón, diseña siluetas inocentes y germina ternuras. Cuídate de las alergias si es que respiras profundo y regala, como los pólenes, buenos deseos disfrazados de siembras. Porque, dicen también, quien siembra siempre recoge.
Yo, atizado de escarmientos pero vigoroso renacido, te deseo que tengas una buena primavera. Recibe pues, en suaves volandas florecidas, el más sincero de mis abrazos.
Música sugerida: VILAREJO. Marisa Monte
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