Algunos de los sentimientos más frecuentes son muy perniciosos, pero están tan a la orden del día que los asumimos como emociones naturales, y por lo tanto, normales. Me refiero a los celos. Pero de los celos comentaré otro día. La antesala de los celos es la envidia, que no deja de ser una característica del celo pero con matices. Y a la envidia, para suavizarla de su toque negativo se le inventa otra variante: la envidia sana.
Ninguna envidia es sana porque se anhela lo que no tenemos y tienen los otros. Puede ser la belleza, la fortaleza, el dinero, una vida más cómoda o con mayor riqueza afectiva. La única clase de envidia que justifico es la de la salud, cuando alguien la ha perdido, o esa juventud, "divino tesoro", o algún "tiempo pasado" como decía Manrique. Pero añorar lo ajeno nunca es el camino. Crea cierto desasosigo, complejo de inferioridad y, lo que es peor, el rencor con sus consecuencias.
Sería bueno que las personas reconocieran sus limitaciones para dar un paso, el primero, adelante. Es cuando asumimos nuestro tope, nuestra propia frontera física, económica y emocional cuando podemos alejarnos de la envidia, porque se puede estar completamente satisfecho y ser igualmente felices con lo que somos aquí y ahora. Seguro que habrá quienes tengan envidia también de nosotros.
No suspiremos por las vidas de los demás, recompongamos las nuestras, saquemos su fruto, endulcemos nuestra propia existencia y compartámosla. Si no llegamos a lo que ostentan los otros compartamos lo nuestro, porque es más grande la generosidad que las miserias escondidas bajo la ostentación. No deseemos pues nada más de lo que no tengamos. Si cae algo en el camino o nos llueve un regalo que se disfrute, pero el mejor regalo siempre eres tú para los demás. Con lo que tienes, con lo que eres, con lo que sientes.
No añores las cosas. Juega con lo que tienes y expándelo. Porque la envidia, cuando se hace crónica, también quita el sueño. Y es tan fantástico dormir con la conciencia tranquila y relajada y con los deberes del día hechos que no tiene precio.
Si sois tan buenas personas, porque los sois, que no os espante la intranquilidad, ni la envidia, ni el deseo. Se vive siempre mejor, y con mejor calidad de vida, cuando alejamos de nosotros un fantasma que nos persigue: la ansiedad.
Música sugerida: YOU´RE ENOUGH. Karen Carpenter
Envidia sana es el nombre de andar por casa de otra emoción más grande y más rica: la admiración. La envidia, la mala, nos hace desear el mal del otro , el dolor del otro, la pérdida del otro. La admiración nos expande el espítitu, nos hace desear ser mejores, nos impulsa a desarrollarnos, nos muestra un camino a seguir y crecer con el otro no a costa de disminuirlo a él, sin arrebatarle nada. Al menos, eso creo yo. MR.
ResponderEliminar