Siempre han sido, desde el comienzo de los tiempos, esclavas de muchas cosas. Esclavas de sus hijos, dependientes de sus hombres, menospreciadas en sus trabajos y olvidadas e invisibles para todos los gobiernos. Han protagonizado una lucha no ejemplar, heroica. Luchando contra su propio destino, reivindicando el derecho a ser persona, superviviendo ante la sinrazón. El camino ha sido largo y épico, dejando tras de sí desconsuelos, enfermedades y soledades en un mundo loco y fabricado por y para hombres.
Desde tiempos remotos la mujer ha reclamado su propio papel en el mundo que le toca vivir. La rememorada Hypatia de Alejandría, por el film de Almenábar, luchó en solitario contra el mundo. Otros colectivos más recientes, como las mujeres de Boston, contra los abusos y acosos de un fértil y acomodado empresariado industrial, y en miles de rincones de distintos países la mujer ha salido de su espacio oculto para reivincidar su existencia, para demostrar que no sólo pare y educa hijos sino que, además, puede competir en igualdad de condiciones con el hombre en el mercado laboral, superándole en numerosas ocasiones.
Hoy se conmemoran cien años de la proclamación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Costó mucho ese reconocimeito y fue largo el camino. El año 1918 pudo votar la mujer en Inglaterra, y así lo hizo en EEUU a partir de 1925. En España el año 1924 podían votar las mujeres solteras de más de veintitrés años y también las viudas. No tenían derecho al voto las mujeres casadas al considerar el poder que éstas no podían disentir de la ideología del esposo, que votaba por los dos. Sería, con la Segunda República, cuando se alcanzó ese sagrado derecho.
Hoy la mujer vota, educa a hijos, cuida a mayores, es amante del marido, estudia, trabaja y cada vez es más independiente en un mundo de sordos que oyen y ciegos que ven. Sin embargo queda un largo trecho para su definitiva heroicidad, pues todavía se sigue celebrando, un veinticinco de noviembre, el Día contra la Violencia de Género. Y para esa emancipación total es necesaria que ninguna mano, ni pública ni privada, ni de marido o amante, ni de ex ni de post ni de nada, se alce ni golpee a mujer alguna.
Y que cada hombre se convierta en un Neira o cualquier valiente anónimo para cantarle las cuarenta al desgraciado varón, para intimidarle y hasta denunciarle. Sólo así podremos vivir en paz, las unas con los otros, bajo el amparo de la Ley y el paraguas del respeto. Y hasta que llegue ese final feliz, contar con mi apoyo, mi solidaridad y mi lucha.
La mujer por desgracia a sido siempre objeto de deseo sexsual pero en la actualidad se puede comprobar que son más emprendedoras que los hombres. Muchas tienen negocio propio, trabajan el doble que algunos hombres y el hombre por desgracia para el se esta haciendo comodón.
ResponderEliminaresa esclavitud desde el principio a la que te referís marcó siempre a fuego a cada una de las letras de la palabra MUJER. vaya peso. y vaya canción para acompañar este día. un abrazo, querido juanjo:)
ResponderEliminarStefi.