Te esperaba ansioso en el andén de la estación. Hacía una eternidad que no te veía. Invadido por los recuerdos se me hacía difícil estarme quieto y controlar ese típico "baile de San Vito". Llevaba en el bolsillo tu última carta -desgastada, releída-, en la mente la última conversación telefónica, memorizada hasta sus imaginarias comas y en el corazón zozobra y,...esperanza.
Oí la llegada del tren en sus cercanías. Lo divisé en la distancia. Agosto apretaba. Y yo me perdía en la camisa empapada. Por fin, tras segundos interminables, hizo su entrada en su terminal el tren. Poco después descendían incontables personas con sus bultos, sus niños, sus cestas...
Te advertí en una de las ventanillas. Mis dudas se desvanecieron. Estabas allí. Habías venido. Aspiré. Suspiré. Y fui a tu encuentro. No necesitaba nada. Me sobraba el andén, su tren y el mundo con sus bultos, sus niños y sus cestas.
Se cruzaron en el camino nuestras miradas, nos contagiamos de la misma sonrisa, nuestro lenguaje quedó mudo por el aliento entrecortado, coincidimos en una repentina y misteriosa taquicardia, se nos mojaron los ojos y nos prendimos de la mano.
Nos sobraba todo. El calor, el agobio, las dudas, las penas. Estabas y...bastó.
Texto de los Secretos de la Noche
Autor: Juan José Torres
Música sugerida: ALL THE WORLD`S GREEN. Tom Waits
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