viernes, 13 de noviembre de 2009

UN BRINDIS POR LOS QUE SE FUERON Y POR LOS QUE SEGUIMOS

Probablemente la verdad más despiadada e inescrutable cuando nacemos es que vamos a morir. Tenemos ya de por vida unos nombres y apellidos y una fecha de nacimiento oficialmente registrados, datos que nos acompañarán, como una sombra, hasta el final del trayecto. Sabemos, usando el tópico, de donde venimos pero no adónde vamos y lo que es seguro es que tenemos fecha de caducidad.
En este éxodo por estos caminos de Dios, a veces nómadas y casi siempre estables, llega un momento que nos azota el latigazo del espanto. Ese golpe muchas veces traicionero que nos roza o avisa o sacude. Y contra esa amenaza no hay antídoto. Son las reglas del juego, que nos gusten o no, nos toca jugar cuando nos parieron y fuimos ya invitados sin nuestro previo consentimiento.
El caso es que existe la enfermedad, el sufrimiento, el dolor, el pánico. Y existe también ese hachazo repentino que sesga la vida en un minuto. Prepararse para estos golpes es vital para continuar. Es parte también del juego. Nuestra hermosa vida pende de un solo hilo invisible pero que está ahí. Pero no nos asustemos antes de tiempo. Convivamos con ese hilo paralelo con total naturalidad y trazando nuestro propio camino. Un mal día nos atrapará, pero son las reglas del juego.
A veces se nos va un ser querido. Pasa en la vida de cualquier vecino. Y nunca debe suponer esta herida motivo suficiente para sucumbir y entregarnos a la miseria. Es necesario continuar y ser ejemplo y testigo de aquellos que siguen padeciendo. Si la persona tan amada se nos fue no nos revolquemos en el fango. Cada uno, y es una proposición, puede hacer su propio trato. Si quien nos abandonó fue una persona declaradamente triste, que nos sirva entonces de liberación y echemos fuera también la tristeza. Porque no hay que imitar, nunca, conductas viciadas.
Y si, por el contrario, ese ser tan especial se nos marchó de nuestro lado para siempre contagiándonos de vitalidad, entereza y optimismo, no le hagamos un feo. Porque el mejor homenaje y el más hermoso de los recuerdos será coger su estela y abanderarla a los cuatro vientos. Las grandes personas no permitirían nunca nuestra desdicha. Recojamos pues su precioso testimonio, desenterremos su corazón bondadoso y acorazémonos de la alegría que nos legó.
Tras las palabras subyace siempre el mensaje. Sé también que es difícil asimilar con naturalidad estas reglas del juego impuestas por la misma naturaleza. Pero como es de ley que son inamovibles será mejor convivir con ellas con auténtica filosofía. Quien esto escribe también ha perdido entrañables personas en el camino, y algunas en desgraciadas cunetas. Sin embargo no nos queda otra que seguir. Y lo más felices que podamos. Por ellos, aquellos que se nos fueron y por nosotros, que de momento nos quedamos. Y que por sus memorias los recordemos como ejemplos mientras seguimos trazando las siluetas de nuestros caminos.
Os invito pues a un brindis por los que se fueron y por los que seguimos.

1 comentario:

  1. brindo contigo por ellos y por nosotros, realmente te lo mereces y se lo merecen.Un abrazo y un beso.

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