Estimado Ismael:
Como bien sabes, la revolución más espectacular de la era moderna la representan las comunicaciones, más concretamente Internet. Es verdad que esta ventana universal ofrece todo tipo de información y también de entretenimientos, siendo una herramienta muy útil para unos y un desperdicio de tiempo para otros. Existen páginas indeseables donde pululan los engaños y desengaños, los timos, las tomaduras de pelo, la explícita violencia o las páginas de repugnantes pederastas, por no comentar la invasión publicitaria que nos come la pantalla cuando algo de verdad interesa; pero también sirve como utensilio para la instrucción, para el conocimiento, para la amistad y para el encuentro.
Hace muchos años llegó a mis manos un CD con temas tuyos. Me sirvió para abrir horizontes y salir de mis esquemas, preciosos ellos, de los consagrados Llach, Serrat, Prada y demás personalidades musicales que acapararon tantos años desde los tiempos inmemoriales de los coletazos del franquismo. Así que empecé a escuchar tus músicas y tus letras como los aleteos que proporcionan los aires frescos.
Pero antes que yo ya sabían de ti mis pequeñas hijas, quizás por eso me resultó más fácil pinchar tus cantos mientras escribía, leía o trabajaba. Hace como diez años, paseando por la cercana Almansa el placer de un domingo tranquilo y en familia, descubrimos que actuabas en el patio de aquel ayuntamiento y la sorpresa fue tan agradable que cambiamos los planes de vuelta para asistir al concierto. Un precioso recital donde disfrutamos de la cercanía y la ternura, como esos regalos que recibes cuando menos se esperan. Poco después te vimos también actuar en mi ciudad, en el Teatro Chapí, dándole una alegría a los oídos, a los ojos sin pestañeos y a los corazones emocionados.
El caso es que una de mis hijas, la más pequeña, se interesó por un grupo de fans tuyos que se creó en Internet; de ahí las alusiones del primer párrafo como prólogo. Ella entabló amistad con mucha gente, de esta parte del mundo y de la otra; y hace casi cinco años se trasladó seis meses a Buenos Aires donde compartió vivencias y amistad con una bonaerense de ese mismo grupo de admiradoras.
La argentina, que también asistió a tus conciertos en los teatros porteños, estuvo hace unas semanas por aquí, en nuestra casa, como devolviendo la visita, y resultó tan encantadora como cuando se sueñan encuentros imposibles o se desean los mejores finales de los hermosos cuentos. Por eso, admirado Ismael, he querido dejar testimonio, certificación pública, de las ventajas que a veces deparan estos contactos informáticos cuando pueden unir tanto a personas tan lejanas y distantes.
Y darte las gracias a ti, también públicas, porque cantar a un público en directo o escuchar tus canciones sentado en un sofá tiene también un impagable desafío: el sentimiento de que muchas personas anónimas, pero con nombres y apellidos, se conozcan, se estimen y compartan trocitos de su vida porque tú, quizás sin saberlo, las uniste. Gracias Ismael por tu humanidad, que conviertes en palabras y por tus melodías, que transformas en sueños. Y por nuestra amistad en Facebook.
Música sugerida: VINE DEL NORTE. Ismael Serrano
QUÉ NOMBRE TAN CORTO...
Hace 8 años