Temporadas son de vivencias tenebrosas. Nadie sabe bien cómo acabará esta historia, parida por codiciosos y que nadie de nosotros inventó, que nos va poniendo los pelos de punta. Poco tiempo atrás, en esas páginas de los calendarios que aún no envejecieron lo suficiente, podíamos planificar algunas cosas. Proyectar planes a medio plazo, diseñar siluetas de sueños que retaran utopías…, para acomodarnos con confianza a los desafíos venideros.
Hoy eso ya no es posible. Demasiada programación y esfuerzo inútil es pensar en la semana que viene, porque nos invaden las noticias, como destellos de relámpagos, que anuncian avisos desagradables. Un Jefe de Estado de caza mayor cuyo accidente casual nos reveló su paradero, unos copagos sanitarios que no por no esperarlos nos tranquilizan, unos reajustes educativos que llevarán mil razones bajo el paraguas de la justificación, pero que se alejan de los ámbitos de la calidad y el sentido común.
Y mientras lo vientos azotan por aquí o por allá, en tanto la loca primavera nos depara tormentas o calores, la vida sigue para los demás mortales, para los que no hacemos ni ruido ni alboroto, para los que comentamos en voz baja cómo las agujas de los relojes cambian su dirección hacia atrás, no para detener el tiempo, sino para retrocederlo mientras envejecemos.
En estas circunstancias me apunto a la ternura, me afilio al beso y me entrego al abrazo. No opondré ninguna resistencia, ya me las minan los decretos y sus leyes. No ofreceré ninguna obstinación a la palabra sincera, a las miradas limpias, a los nobles gestos.
Cuando los silencios conviven con los susurros de desaprobación, cuando la inocencia de los desamparados concurre con los ávidos ladrones de guante blanco, -mercaderes de la avaricia-, reivindico la sencillez. Prefiero un beso a una tertulia, un guiño a una promesa aplazada y un encuentro a tantas palabras vacías. Así que, si sientes lo mismo que yo, cuenta conmigo. Pocas cosas importan ya, a estas alturas, que no sean tan necesarias. La amistad, el cariño, la sinceridad y el corazón, aunque también partido de sueños rotos, dispuesto para abrirlo, jamás para cerrarlo.
Música sugerida: CUENTA CONMIGO. Sabina & Serrat