sábado, 17 de octubre de 2009

LOS VACÍOS

Ojalá llegue el momento de no echar en falta a las personas cuando ya no se tienen o las cosas cuando no disponemos de ellas. Ojalá no echemos de menos muchas y hermosas situaciones cuando eran algo nuestro, algo tuyo y,...desaparecieron. Siempre existe en nuestras vidas algo insustituible y acaberemos añorándolo cuando ya no esté entre nosotros.
Sólo intento comentar, torpemente, que valoremos cada situación, cada cosa, cada momento, cada persona como si fuese algo único, porque es irrepetible. Porque, y es algo que acontece en la historia de cada vida, siempre nos acordamos, entristecidos e impotentes, cuando se marchó lo que teníamos tan cerca.
Siempre he pensado que la vida, y todo lo que en ella hay, es efímera, fugaz. ¡Cuántas veces hemos oído que la vida son dos días! Bueno, ojalá sean muchísimos años; pero sólo viviendo cada momento, cada instante con fuerza, ternura e intensidad podrán parecernos muchos años. De lo contrario todo pierde su sentido, viviendo mecánicamente, monótonamente, autómatamente, inertemente. Es entonces cuando se nos esfuman los años como un ligero y raudo parpadeo. Aunque tampoco se trata de quemarnos en esos dos días. Simplemente hay que valorar y disfrutar con esas personas tan próximas y especiales para nosotros y de todo aquello que ahora nos parece insustituible.
Por eso cada beso, cada abrazo, cada caricia, cada roce, cada caña, cada libro, cada tertulia entre amigos, cada situación maravillosa, vívela en toda su plenitud, con toda su intensidad y como si todo fuera único, la última vez, tal vez... Porque en todo este azaroso mundo nadie nos garantiza nada: ni el mañana, ni si volveremos a repetir lo que acabamos de realizar, ni siquiera volver a rebobinar y reconstruir el pasado y subsanar errorres. Como no hay otra suplicada oportunidad valoremos cada instante, cada cosa y cada amigo.
Por ejemplo el beso que hace un rato dimos aún nos queda en los labios, -como grato regalo-, pero ya no está, ya es agradable pasado; ese gesto que nos alegró, esa carta que escribimos, la última llamada telefónica. La ultima historia que nos dice y cuenta que ya todo es historia. Así que a vivir la vida con apología de vida. No nos acordemos tarde. Acordémonos ya. Vivamos los momentos, aunque nos parezcan superfluos, como si fueran situaciones importantes. Busquemos el sentido a las pequeñas cosas y sin dramatizar las cosas importantes. Un fuerte abrazo y el mejor de mis saludos.
* Texto extraído de "Los Secretos de la noche", programa radiofónico independiente de finales de los años ochenta.
* Autor: Juan José Torres
*música recomendada: Like and old fashioned waltz, de Sandy Denny

1 comentario: