miércoles, 21 de abril de 2010

ATILAS

Las conquistas bélicas, justificadas por sus impulsores para reestablecer el orden o potenciar unos progresos bañados en sangre, siempre crearon pobreza. La ruina de muchos para el bienestar de unos pocos. No hay en esto pretexto que valga.

Por donde pasaba Atila no crecía la hierba, siempre se ha dicho. Y atilas hay muchos, desde siempre y hasta hoy. Los millones de viudas, de generaciones huérfanas y perdidas, la dignidad de los vencidos o desterrados son vilmente humillad@s por milicias, abanderadas por el falso patriotismo y por la tentación del dinero.

Quienes destruyen, y es mentira en nombre de dios alguno o en nombre de nada, mercenarios legalistas o regulares uniformados, no saben que sus almas están también devastadas y nunca, en los jardines de sus espíritus, crecerá hierba alguna.

Sólo páramo, desolación y tristeza en medio de cotizaciones de bolsa y ganancias insultantes. Las conquistas apropian economías pero se ahogan en sus propias miserias.

Porque, ni los generales ni los políticos insaciables lo saben, cualquier daño colateral cava las fosas profundas de seres indefensos e inocentes, Sí, pero también el infierno, irreversible, de sus memorias.

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