jueves, 16 de septiembre de 2010

LOS MISTERIOS DEL YO

Hacer referencias sobre la mente humana es fácil, indagar en ella son palabras mayores. Dicen que cada persona es un mundo aparte, cada cual hijo de su madre y de su padre, y aunque nos pertenezcamos todos a una misma especie, esa que denominan humana, cada un@ tiene su matrícula independiente, instransferible, un ADN particular que nos hace a tod@s distintos.

Los psicoanalistas defienden la tesis de que confluyen, paralelamente, el mundo consciente y el inconsciente, y esto a la larga y es lo que pienso, representa un eterno duelo: la razón y el sentimiento en una encarnizada lucha. Habrá siempre ocasiones y razones para que factores ajenos o internos predominen en el feroz combate emocional.

El caso es que, siendo nosotros los mismos de siempre, tenemos también personalidades distintas, dependiendo de infinitas cosas. Nuestro mundo interior son terrenos movedizos que desafían, constantemente, a las cabezas bien amuebladas.

Podemos tener un psicópata dentro, un ser despreciable que, en una situación límite, se convierta en una bestia indomable. Sinceramente creo que no nos conocemos ni siquiera superficialmente. Y podemos ser un susurro de luz y de plácida paz. ¿Quién sabe? ¿Lo sabemos nosotros acaso?

Un conflicto, una tensión inesperada, un trauma que nos afecte podría alterar nuestro equilibrio. Pero no perdáis el honor ni el optimismo. Basta con que sigáis siendo nobles, honestos, generosos y modestamente humildes para que la ambición desmesurada o las tentaciones que atormentan nos dejen un poco tranquilos.

Si un día nos volvemos locos o perdemos la memoria es otra historia. Pero, mientras tanto, sigamos de puntillas por los caminos sensatos y con las cabezas amuebladas, que no cuadriculadas. A veces nos cercarán nuestros propios fantasmas para confundirnos, y habrá entonces que ahuyentarles con la mirada fija y el pulso firme.

Un gesto, una mirada, puede revolicarnos el corazón. Pero acordaros, nuestro ADN es sólo nuestro, de nadie más. No perdamos nunca, nunca el control. Nacimos con llanto, crecimos con esperanza y luchamos por la dignidad, también por la nuestra. Nuestros sueños, quizás escondidos en una caja, están esperando destaparse y volar, para descubrir la ternura, la ternura casi invisible pero a la vez tan cercana.

Música sugerida: LA DOUBLE VIE DE VERÓNIQUE. Zbigniew Preisner

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