jueves, 9 de diciembre de 2010

LA CAJA DE MÚSICA

De entre las cosas u objetos domésticos y decorativos que más me han seducido desde siempre se encuentran las cajas de música. Esas que en algunas tiendas raras, raras porque sobreviven a malas penas, pueden localizarse en algún estante perdido.



Esos pequeños recintos que dilatan las pupilas a los que estrenan la mirada, que provocan una sonrisa inocente y asombrosa cuando los observan en movimiento, porque giran sus ojos cuando gira el armatoste sobre su eje, con unos sonidos que no saben bien de dónde provienen. Esas cajas musicales, casi mágicas, que rebosan curiosidad cuando el rutinario mecanismo se pone en marcha. Esas pequeñas maravillas que desprenden movimientos y sonidos que hipnotizan, me siguen pareciendo juguetes sorprendentes.



Las hay de bailarinas, de paisajes naturales, de centros urbanos, de mares, de cielos, de circos y carruseles, de payasos, pájaros, peces, de primaveras e inviernos con nieves, de soles y anocheceres y otras originales escenificaciones; y cuando los mueves o se activa la cuerda suena una determinada música, relacionada siempre con el motivo del utensilio y hasta que la relojería diga basta o se agoten las pilas.



Tanto me gustan que resultaba un regalo favorito para mis hijas cuando eran pequeñas. Una caja para una, otra para la hermana; porque reúne su encanto todas las características del sonajero, del objeto en movimiento y su puesta en escena con un ritmo musical.



Siempre, a la hora de dormir, la caja de música acompañaba al susurro, a la palmadita de protección, a la sábana que cubre y ahuyenta los fantasmas y al último beso de la noche. Las suaves melodías hacían el resto, pues los ojitos, ya cansados de los colores y los llamativos movimientos iniciaban su recogida entrega a la amigable almohada y se cerraban agradecidos hasta el siguiente despertar.

Esas niñas son ya mujeres y, de vez en cuando, cuando regresan para besarnos y compartirnos, todavía abren esas antiguas cajas de música donde despiertan los viejos sueños e invitan a aflorar de nuevo los recuerdos.

Quedan ya pocas, pues unas las desgastó el tiempo y otras fueron convertidas añicos por los descuidos y las imprudencias. Pero aún conservo algunas y en algún socorrido momento las contemplo, las abro, les doy cuerda, siguen girando sobre sí mismas y me complacen sus armoniosas músicas.

Músicas de recuerdos, sonidos, ilusiones y en la que en cada vuelta todo gira hacia adelante, como las vidas particulares, como una ventana desplegada a un nuevo horizonte.

Aún conservo algunas, y sobre todo la Caja Roja, que espero me acompañe por mucho más tiempo y, si puede ser, hasta los últimos suspiros.

Música sugerida: YUMEJI´S THEME. Thomas Wilmer. Shigeru Umebayashi

No hay comentarios:

Publicar un comentario