martes, 5 de abril de 2011

MOBBING

Tal como están los tiempos es agradecido disponer de un trabajo. Imagino que lo ideal sería que cada uno tuviese su propio negocio, con los riesgos que para todo emprendedor conlleva, pero sin tener que dar cuentas a nadie, salvo la hacienda pública, del devenir de la propia empresa.

Lamentablemente no es lo habitual y la mayoría de las personas que disfrutan y padecen del trabajo lo realizan por cuenta ajena, supervisado por el jefe de turno que evalúa cada rendimiento.

Ocurre muchas veces que surge en la vida un elemento perturbador y nuevo: la figura de un impresentable, que bien puede ser el jefe o algún trepa recolocado, que realiza, más que un control normal y autorizado del personal, un fustigamiento riguroso e implacable con el asalariado.

A esto se le llama universalmente Mobbing, y ese acoso sistemático y calculado puede causar estragos en las víctimas; hasta el punto de causar bajas laborales y prolongadas.

Conozco a gentes cercanas que les sucede esta incompresible atrocidad y viven bajo la angustia y la tormenta. Primero se cuestionan si son válidas para su trabajo, luego dudan de su propia salud y más tarde son derrotadas por el acoso y derribo a los que son sometidas.

En los organigramas establecidos de empresa siempre han existido los sádicos déspotas, los jefes engreídos, los aficionados trepadores que se creen dioses cuando se cuelan en el siguiente peldaño, incluso los compañeros desdeñosos y egoístas que hacen la cama o ponen la zancadilla a la mínima oportunidad.

Son personas con escaso espíritu conciliador, entienden la competividad como algo personal, no como un reto de superación, creen que utilizando los codos llegarán más lejos; ignorando por completo que el éxito no radica en ser el primero en la carrera, sino en ser aceptado y reconocido por los demás.

Si de algo sirve esta misiva es para alentar a los sufridores perseguidos. No enfermar, no claudicar, no abandonar ni la lucha ni el puesto de trabajo.

La dignidad es más poderosa que la mentira, el aprecio personal más importante que la envidia ajena, la autoestima más eficaz que la ordinariez, la resistencia más fuerte que el instinto psicópata y la tranquila conciencia más pertinaz que el asedio calculado.

Si alguien te embiste haz como si no existiera, que no merecen atención ninguna. Si te despide reclama, pero no abandones. ¡Resiste y cava una trinchera!

Música sugerida: THE EXECUTIVE. Tommy Roe

No hay comentarios:

Publicar un comentario