martes, 7 de febrero de 2012

NADIE TE CONOCE

Cuando Marta nos dijo, poco antes de regresar de nuevo al lugar de su lucha cotidiana, que allí no la conocía nadie me quedé con la frase. Reflexionaba que cuando alguien se va lejos de su hogar añora los vínculos que crecieron con ella, pero las raíces se van perdiendo por los caminos. Llegar a un sitio nuevo no sólo es extraño, porque por muy cargado que viaje alguien de maletas el verdadero equipaje, los bártulos del alma, va vacío.


Es un volver a empezar, un esfuerzo cuya duda es saber si será recompensado, porque nadie sabe de tí, de lo que eres, de lo que has sido, de tu pasado, de tus amigos, de tu familia, de tu tierra. Un volver a reiniciar, con todos los sentidos en máxima alerta, la reivindicación de tu propia existencia.


"Soy fulanica de tal y estoy aquí. Nada más". Y simular que has vuelto a nacer para reencontrarte en tierra extraña. Pasear la dignidad de quien busca un espacio para volver a vivir y respirar otros mundos, como antes ya se hizo en universos más cortos. Reclamar el derecho a recuperar tu propia historia con otras lenguas, otros códigos, otras costumbres y seguir creciendo en los cimientos que caracterizan a las buenas personas: manos abiertas y miradas sinceras.


Pero acuérdate que antes que tú el mundo se llenó de viajeros, pululando de un lado a otro con mil motivos diferentes. Quienes huyeron del hambre se alejaron de una tierra desnutrida y forjaron sus propias aventuras y desventuras en las páginas de sus destinos. Quienes marchan para descubrir, aprender y trabajar están condicionados a un futuro incierto, pero es intransferible y suyo. Hoy el desasosiego está en todas partes, y pocos se libran de él. Así que, aunque camines por el fino alambre, con el vértigo que produce, no mires al vacío.


Transita con la cabeza alta y sin temblar. No te amedrentes en el paso. Tienes una historia, la tuya, que contar; intensa y hermosa.




Música sugerida: IN A BAR. Tango With Lions

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