martes, 1 de mayo de 2012

1 DE MAYO


Hoy es 1 de Mayo, jornada anual que conmemora el Día de los Trabajadores prácticamente en todo el mundo mundial. Todo empezó el año 1889 cuando el Congreso Obrero Socialista, celebrado en París, homenajeó a los mártires de Chicago, reivindicando las mismas causas justas que abanderaron aquellos primeros obreros, asesinados por esquiroles. Santo y seña, este día primaveral, para millones de trabajadores que nos precedieron, en sus luchas,  hasta los tiempos actuales. Día histórico para recordar que nada ni nadie regala nada, y que conseguir un palmo de dignidad o un metro de derechos ha costado siempre sangre, sudor y lágrimas.

Es verdad que hoy no todos los trabajadores, hombres y mujeres, se encuentran en los mismos niveles de comodidad, garantías e incluso esperanzas. Desde los emprendedores empresarios hasta los estoicos autónomos, desde los funcionarios a las amas de casa, desde las empleadas del hogar hasta los jornaleros del campo, desde los comerciantes hasta los feriantes, desde los empleados en producciones en cadena hasta los largos turnos a destajo, todos son trabajadores desde el instante en que bien viven, viven o sobreviven, de su trabajo.

Pero en general existen clases sociales entre la clase trabajadora, y en esa geometría piramidal se establecen jerarquías que afloran las mismas miserias humanas de siempre: envidias sanas e insanas, competencias leales y desleales, carreras desenfrenadas hacia el triunfo y el éxito, los falsos premios que publicita la cúspide. Desde el peón menos cualificado hasta el ejecutivo más capaz se edifica una tela de araña que atrapa a todo el mundo, donde todos pretenden alejarse de la periferia para establecerse en el cómodo centro, a salvo de vaivenes y caídas libres al abismo.

Pocos tienen conciencia que se trata del mismo tejido social y que formamos el digno e ingrato club de los trabajadores. Los más desamparados estiman a las clases medias como demasiado afortunadas, y éstas a las de arriba como el sueño inalcanzable. Con el viejo slogan del “divide y vencerás”, diseñado por el poder, no se sienten ni los unos ni los otros como un mismo cuerpo, y las luchas entre gremios y sectores distintos debilitan la fuerza del colectivo y fortalecen los intereses parciales y particulares.

Últimamente los Uno de Mayo dejaron de ser populares y reivindicativos, por lo menos para la gran mayoría trabajadora. El aburguesamiento de las capas medias, el sentir casi unánimemente que todo estaba bajo control y que con trabajo, paciencia y suerte cualquiera ascendería en rango y calidad de vida, adormeció a unas sociedades con vendas en los ojos y bocas amordazadas. Por eso llevamos unas décadas donde este festivo día estaba escrito en el calendario como un picnic campestre.

Hasta que una gestada y feroz crisis, unos gigantescos desfalcos, unas corrupciones incontroladas y unos políticos mediocres han removido las entrañas del bostezo y todo el mundo se ha puesto en tensión. Las siestas plácidas pasaron a la historia y la incertidumbre, las dudas y la indignación comienzan a gestarse, como los zombis que salen de sus sagradas y tranquilas tumbas.

Ni las viejas canciones murieron del todo, ni los viejos poemas quedaron en el olvido. Han bastado unos tristes y peligrosos acontecimientos para que todo cobre la olvidada vigencia. Porque la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro…

Música sugerida: LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO. Paco Ibáñez. (Poema de Gabriel Celaya)

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