lunes, 25 de julio de 2011

REMONTAR EL VUELO

Se dice que uno de los dolores más hondos y amargos que hay en la vida se da en el sentimiento amoroso, que deja huellas y cicatrices mucho más vulnerables que la simple y frívola aventura amorosa. Como cuando un ciclista hace esa goma ya famosa en su argot enciclopédico, que pierde rueda pero no se descuelga definitivamente, que se aleja del que le precede y parece que por un momento vuelve a reincorporarse.

En el amor suceden cosas así. De tenerlo tan abrazado y seguro a distanciarlo casi tan poco a poco, desvinculándose cada vez más. Se hace entonces un esfuerzo titánico por recuperar lo que es inevitable, por retenerlo un poco más, por reivindicar los mejores tiempos, por aferrarse a que es un error pasajero.

¡Cuánto cuesta recuperar lo perdido! ¡Cuánto remontar el vuelo! ¿Quién no ha vivido situaciones así?

He conocido a muchas personas amigas con distintas suertes. Algunas no han vuelto a levantar cabeza, como si la nueva soltería o separación les resultara un auténtico duelo, como si hubiesen quedado viudos o solas, como si la palabra de consuelo, el abrazo de ánimo, no fuera con ellos. Otras en cambio han reiniciado con nuevos acompañantes este viaje prodigioso.

“Veinticinco años son muchos para andar sobre sus migajas”, me cuenta alguno que aún no ha sobrevivido. “Ojala tuviera ahora esos veinticinco años” replica mientras rumia sus tormentas.

El amor engancha, lo mismo que duele. Mientras dura es eterno, y si no lo es, como nada en la vida, a respirar, que todavía queda aire.

Música sugerida: 25 AÑOS. Carmen París y Santiago Auserón

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