martes, 18 de octubre de 2011

CONFRONTACIÓN O PALABRA

Siendo joven hubo un tiempo que practiqué el kárate como deporte favorito. No para competir, ni para dedicarme a ese duro entrenamiento, tampoco para creerme más de lo que los años me han ido moldeando. No pretendía sentirme ningún supermán. Todo lo contrario, me atraían las artes marciales por su filosofía defensiva, nunca como actitud atacante. En realidad creo que de lo que se trata es de sentirse un poco más seguro, pero sin esgrimir en público las habilidades o los recursos físicos con que se cuentan. Por lo menos eso es lo que me contaron.

Una tarde y en un combate amistoso donde para nada era aconsejable el “contacto” mi contrincante, más avezado que yo, me provocó una fisura en una costilla de una patada lateral. Tardé semanas en recomponerme por completo pero aprendí, quizás por vez primera, que no es lo mismo la teoría que la práctica.

Por supuesto que cogí miedo y ya no volví a pisar el tatami, porque ese canguelo, tanto como el de esas personas mayores que sufren una caída y buscan excusas para no salir de casa, aplacó mi soberbia y moderó mi estima. Pero el propósito de esta entrada no es contaros mis imprudencias en aquel gimnasio, sino transmitiros la recomendación de que la modestia es más sabia que la tentación.

Hace años contemplé absorto cómo un imbécil dio una bofetada a un individuo por una banal discusión. El agresor ignoraba que su víctima era un experto en técnicas de defensa personal, porque a veces el desconocimiento es una virtud, y se fue chulo y embravecido. El agredido le pudo haber partido en dos de arriba a abajo o de derecha a izquierda con el canto de su mano. Sin embargo no respondió a un inconsciente comportamiento.

Probablemente sea estúpido ofrecer las dos mejillas para que abusen de la confianza, pero es mucho mejor no responder a la provocación y reconvertir la prudencia en la mejor arma de combate. La reacción a un arrebato infantil debiera ser siempre la cordura, que no es cobardía. Y la mejor arma la palabra, aunque haya que darle mil vueltas. Que las mesas de negociación sustituyan los tatamis y el golpe más contundente el más inteligente argumento.

Música sugerida: DUST IN THE WIND. Kansas

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