Antes, desde las zonas geográficas privegiadas llamadas primer mundo, llamábamos a muchos países africanos y asiáticos países del tercer mundo, más despectivamente subdesarrollados. Pero como en esta vida no hay que hablar, o por lo menos más de la cuenta, y ni tampoco decir de esta agua no beberé, se han ido tornando las cuentas y en muchos de los países denominados ricos cada vez hay más gentes del tercer mundo. Tantas que la crisis de los mercados financieros están creando una nueva ciudadanía pero sin derechos reconocidos: el Cuarto Mundo.
Familias con menos de quinientos euros para pasar el mes, trabajadores tirados en la calle por cierre empresarial, licenciados soñando con ser mileuristas, personas sin casa por embargo al no poder pagar sus hipotecas, jóvenes parejas que ya nunca podrán adquirir una vivienda en propiedad, indigentes que pernoctan en albergues de recogida, víctimas todos de la crisis.
Antes a los bohemios inadaptados les llamaban solitarios y eran fácilmente detectables. Hoy existen miles de personas expulsadas del sistema porque así lo dicta la sociedad enferma.
Antes los solitarios eran incluso personajes que contaban sus historias. Hoy son tantos que no cuentan historias porque no tienen nombre, anónimos pobres que deambulan por los infiernos terrenales.
Antes se componían incluso canciones para darles nombre. Hoy sus canciones son las calles.
Música sugerida: EL SOLITARIO. Nubes Grises
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