lunes, 14 de noviembre de 2011

HONESTIDAD

Cuando yo era pequeño una persona mayor, que luego fue un referente en mi vida, me contaba cosas, historias, cuentos y, cuando le parecía bien, verdades como puños. Yo a esa temprana edad no entendía muchas cosas, pero aquel hombre bajaba a mi altura cuando me intuía dudoso, me miraba a los ojos cuando me veía despistado, me cogía por los hombros y me decía: “¿Tienes prisa? Yo tampoco. Te lo explico otra vez”.

Y me decía que para que dos personas se entiendan deben mirarse primero a la cara, luego a los ojos, sin timideces, sin parpadeos, sin excusas de evasión para salir corriendo. Luego es importante escuchar lo que te dicen, entenderlo bien, y si no comprendes pregunta, que para eso se inventó la interrogación. Luego de oírlo podrás estar de acuerdo, entonces le dices que sí, que conforme. Pero si no estás del todo convencido repásale tus dudas y dile que hasta aquí aceptas o hasta aquí hemos llegado.

Cuando, después de escucharle quieras responderle, hazlo defendiendo tus ideas y argumentando lo que quieres. Los monosílabos también se inventaron como ayuda, pero no sirven para ninguna explicación. Así que mírale a los ojos y dí lo que piensas. Si al final de una conversación, que no es un monólogo, estás más contento porque algo más has aprendido, estupendo. Si coincides con quien te habla, mejor. Si no te gusta lo que te dijo se lo haces saber y no te calles nunca, ni por vergüenza ni por discreción. La vergüenza es para las malas personas, y la disimulan bien; la discreción, si va a perjudicar a alguien, mejor no usarla.

En cualquier caso es preferible despedirse con un apretón de manos que con un silencio. Cada vez encontrarás más gente que engaña, que miente, que traiciona.

Pero aunque esto ocurra hay una palabra mágica que es más fuerte que los insultos malsonantes, las deslealtades y las falsedades. Se llama HONESTIDAD.

Si la encuentras por ahí atrápala y no la sueltes. Vale más que el oro y que todo el dinero del mundo. Tanto vale que hay quienes la quieren comprar. Si la guardas mucho tiempo ya es tuya, y ya nadie te la puede quitar.

Pasaron años para entender su significado, y algunos más en saber apreciarla. Requiere esfuerzos y en ocasiones sacrificios. Pero quien la tiene conserva un tesoro. Personal, intransferible, pero con una magnífica ventaja: se puede compartir.

Música sugerida: HONESTY. Billy Joel

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