El ayuntamiento de Madrid ha aprobado recientemente una ordenanza por la que podrá multar a quienes roben comida, en los cubos de basura, con una sanción de 750 euros. Ignoran los políticos municipales y autores de tal barbaridad que recoger de un contenedor lo que los demás tiran no es robo, ni hurto, ni hay en ello intimidación ni violencia. El grado de cinismo es tan increíble que son incapaces de pensar que si fueran los indigentes solventes para pagar el recargo no irían a buscar desperdicios, irían a una tienda a proveerse de los dignos alimentos. Cuánta lástima e indignación me produce tanto ensañamiento hacia los más desvalidos de la sociedad. Me repugna además la nula sensibilidad de los gobernantes, que incapaces de ofrecer soluciones y evitar las bolsas de pobreza, castigan todavía más a los que nada tienen.
Volvemos al dicho que “al perro flaco pulgas con él”, pero aplicado no a perros, que también tienen su derecho a una vida plácida, sino a personas con nombres y apellidos. El poder siempre repite los mismos esquemas, no tiene piedad con los humildes y protege a los que activan las desigualdades. Flaquea más y más a los estómagos delgados y engorda a las pomposas fortunas con parabienes y favores. Condenan los políticos, esquiroles de los mercados, a crónicas e indefinidas huelgas de hambre a los pobres de verdad, a los que no tienen dónde caerse muertos, a los desahuciados, a los sin techo, a los marginados que las personas de bien no quieren ni ver.
Sin embargo no emplean dietas de adelgazamiento a los que sobrepasan el peso de sus cuentas corrientes, a los obesos de capital, a los que de verdad defraudan impuestos y evaden haciendas con absoluta impunidad. No desnutren sus bolsillos para una sensata distribución de la riqueza, no reparten ni sus duros corazones ni los céntimos egoístas que no sirven ni para propinas.
Y esta noche es Nochebuena. Los sinvergüenzas contemplarán, incluso derramando alguna estúpida lágrima, sus detallistas belenes, sus adornados árboles de Navidad, ultimarán las últimas compras con sus tarjetas de Oro y arroparán a los suyos en la comodidad de los dulces hogares. Y entrarán por sus chimeneas los Papás Noeles, con sus pajes y sus bolsas llenas de aguinaldos felicitando tan especial noche. Y luego descorcharán los caros cavas, degustarán el auténtico caviar y probarán los mejores turrones. Y luego la semana que viene los Reyes Magos, que ya están de camino, premiarán a los niños buenos y traerán carbón a los malos.
Sólo que desde hace una eternidad los buenos son los de siempre y los desamparados son más. Cada vez son más los que se olvidaron de lo que es Navidad, y la Nochebuena, y la Nochevieja y tampoco hay para ellos Años Nuevos. Son los mismos de siempre, oscuros, sin luces y con el humillo del triste carbón inmerecido.
Que tengan buenas cenas políticos y mercaderes. Pero si alguien de ustedes se atraganta con el bigote de una gamba o la punta de un percebe, no se agobien antes de morirse. A veces son cosas que pasan, y será mejor despedirse tranquilos que neuróticos. Y si no les convence la cena pueden bajar a la calle, buscar cualquier contenedor y encontrar un manjar descompuesto. ¡Ah! Y lleven por si acaso 750 euros en el bolsillo, por si algún municipal les sorprende. Y deléitense con las luces navideñas, ya que ustedes carecen de luminosidad propia.
Música sugerida: DUST, FLESH AND BONES. Matt Elliott
QUÉ NOMBRE TAN CORTO...
Hace 8 años
Gracias por estar ahí. Un abrazo.
ResponderEliminarEs la historia de siempre opresores y oprimidos ya lo dijo el sabio... pero es que con la puta Navidad (hipocresía pura y dura) todo esto es más evidente. Gracias Juanjo por hacernos reflexionar.
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